Ahora hay un cambio de papeles, quien oye el testimonio de alguien es Jesús, y su reacción, según Lucas fue: “se maravilló”, Jesús da buen testimonio del soldado, al igual que en el libro de Job, donde Jehová pone de ejemplo al “padre de la paciencia” frente al Diablo: “¿has considerado a mi siervo Job..?” (Job 1:8). Ahora les tocaba aprender una gran lección de un extranjero, y el Señor, volviéndose, testifica que el soldado romano tenía más fe que todos los allí presentes, e incluso, en toda la nación nadie había manifestado tal confianza en Jesús, el Cristo. Los ancianos y los amigos retornaron para informar al oficial romano y ¡cuál fue su sorpresa!, pues hallaron al hombre sano. Realmente la palabra viajó y sanó al enfermo, pues Jesús tiene poder de cerca y de lejos. La fe del centurión fue coronada.