Jairo se habrá casi desmayado cuando recibió la noticia de la muerte de su única hija, la ayuda ya era inútil. Jesús le anima, usa las mismas palabras que le dirigió a la mujer sanada, “cree solamente y será salva”.
Llegaron y Jesús sólo tomó a Pedro, Jacobo y Juan, además de los dueños de la casa. La expresión del Señor realmente contrasta con todos, pues era alegre, seguro, victorioso: “No lloréis; no está muerta, sino que duerme” Muchos se burlaban de Jesús, pero el Maestro siempre sabe lo que hace. Los ojos de todos demostraban algo, la niña estaba muerta, las endechas y llantos nos demuestran que a la llegada de Jesús la niña, efectivamente, había fallecido, pero ahí estaba el Señor de la Vida, quien puede despertar a los muertos.