Jesús sana a un paralítico, Mr 2:1-12
(Mt 9.1-8; Lc 5.17-26) 

Mr 2:5 “Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados”. 

Estando el paralítico en su camilla todavía, pero ya a los pies de Jesús, lo primero que el Maestro destaca es la fe de ellos. Las mismas Escrituras definen con claridad lo que la fe significa: “Es pues la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Heb 11:1), fe que obtuvo una respuesta inmediata de Jesús, pero no lo que esperaban recibir primero, pues se escuchó una frase que solamente podía salir de los labios del maestro: “Hijo, tus pecados te son perdonados”. Al llamarle “hijo” Jesús deja muy en claro su divinidad, la cual confirma al perdonarle los pecados.

Ante los ojos del Hijo de Dios el pecado es mucho más dañino que una enfermedad; y la necesidad de ser limpiado es más urgente que una sanidad.