Volvieron de su gira los colaboradores de Jesús, y le reportaron lo que hicieron y enseñaron, pues en el reino de Dios todo obrero se somete a la autoridad de Cristo. Un pasaje paralelo relata el júbilo de los obreros a su regreso (Lc 10:17). Los discípulos eran imperfectos, aun así, hicieron una aportación positiva al naciente ministerio. No se requiere ser una lumbrera para servir al Señor, solo tener fe y ser obediente. Se celebran los buenos resultados en el ministerio, pero sin caer en el triunfalismo: La ejecución de Juan es un recordatorio de la fragilidad de los instrumentos humanos que realizan el ministerio del Señor.
La misma fragilidad obliga a los obreros a encontrar un balance entre el descanso y el trabajo. Jesús invitó a sus colaboradores a tomarse un respiro. Dios no necesita descansar, pero sus criaturas humanas definitivamente requieren recuperarse del desgaste natural de la actividad. La clave es encontrar el balance; sin embargo, pueden presentarse situaciones que requieran un esfuerzo extra. El tiempo disponible para su ministerio es breve y la necesidad abrumadora; Jesús se conmovió por la condición perdida, e indefensa del pueblo, y canceló el descanso para compartirle la palabra de Dios.