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El Apóstol continuo con su relato explicando que aquellos hombres no habían buscado el favor de los gentiles (se entiende que se refiere a gentiles no cristianos, pues las iglesias se componían de judíos cristianos y gentiles que habían aceptado a Cristo como su Señor y salvador); indirectamente mencionando que la iglesia era el único medio de su sustento. Ellos predicaban solo por amor a la obra de Dios, en un servicio desinteresado y quienes los recibieran “iban a cooperar con la verdad”. Los creyentes que son hospitalarios participan en los ministerios de aquellos a quienes reciben. 2 Juan 10,11, advierte del peligro de recibir falsos maestros, pues también se puede participar “de sus malas obras”.
El trabajo de los misioneros es sumamente importante. De allí que las Denominaciones, como Asambleas de Dios, han elaborado reglamentos muy precisos para definir las características de los misioneros que se van a apoyar y los privilegios y responsabilidades de las iglesias que los van a sostener. Más de un siglo a nivel mundial ha dado muestras de la efectividad de trabajar así.