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Pablo escribe de su propia mano un pagaré, una promesa, un contrato ciertísimo. Esta carta en términos reales era un contrato legal, la escribió de su puño y letra, en donde se comprometía a resarcir el daño causado a Filemón —“Yo Pablo lo escribo de mi mano, yo lo pagaré” no sin antes recordarle “que aun tú mismo te me debes también” . Esa deuda, era de índole espiritual, que con todo el oro del mundo Filemón no podría pagar. La salvación de Filemón se debía al evangelio que Pablo le llevó.
Cuánta gratitud debe existir en los creyentes, hacia “sus padres en el evangelio”. Nada llena de más gozo escuchar a un redimido, diciéndole a su evangelizador: “mi padre en el evangelio” o “mi madre en el evangelio”. La relación Pablo-Filemón, es un ejemplo de gratitud permanente. Permítaseme una referencia personal, yo he escuchado varias veces que algunos de los queridos hermanos que se convirtieron en mi ministerio, me presenten como su “padre en el evangelio” y ante los hermanos que ellos han ganado, me presenten como “su abuelo en el evangelio”. Y otro querido pastor siempre me ha presentado como “su suegro”, porque su esposa se convirtió en mi predicación. Seguro, que son expresiones que muchos predicadores y evangelizadores han escuchado también.
El ruego, motivo de la Epístola, requería una respuesta afirmativa: —“tenga yo algún provecho de ti en el Señor”. El resultado a su petición era de que Filemón aceptara a Onésimo nuevamente en su hogar, como a un hermano. Para Pablo esto sería un motivo de gran bendición. Asimismo, le solicita “que conforte su corazón”, Pablo sabía que Filemón tenía esta “gracia” de confortar los corazones de los hermanos, (v. 7) seguramente lo haría también con él.
El Apóstol tenía la fe de que pronto estaría en libertad, como Onésimo, y así podría visitar a sus amigos. — “Prepárame también alojamiento; porque espero que por vuestras oraciones os seré concedido”, añadiendo de esta manera más fuerza a su ruego original. La hospitalidad cristiana era, y sigue siendo una gran virtud. (Romanos 12:13; 1 de Timoteo 3:2). Pablo agradece de antemano las oraciones hechas a favor de él, para que como Onésimo, él alcance también su pronta liberación.