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Introducción

Escritores de la 2a carta de Pedro: Pbro. Gerardo Hernández Nova Pbra. Araceli Martínez Zavaleta Pbro. Luis Fernando Caballero C. Editores: Pbra. B. Elizabeth Ramírez Rosales Rev. David L. Aguillón Dr. Teófilo J. Aguillón Diseño y Relaciones Públicas: Joel Aguillon y Rubén D. Aguillón Diseño Digital: Eduardo B. Canché Vázquez Kelly G. Palomo Xiu


La Segunda Epístola del apóstol Pedro es llamada también “la apología de Pedro” o “el Apocalipsis de Pedro”. La redacción y envío de esta interesantísima misiva, se ubica entre los años 66-68 d.C. considerando que el malvado Nerón murió en junio del 68 d.C. Por lo que es muy probable que Pedro la escribió un poco antes de su martirio en Roma (1:13-15)


Se observa que fue redactada por un hombre que amaba profundamente a Jesús, que había convivido con el Maestro y por supuesto había experimentado una extrema transformación. Aquel Pedro arrebatado y al mismo tiempo temeroso, ahora estaba convertido en un predicador y apologeta. El Simón Pedro, uno de los doce apóstoles, observador ocular del sacrificio vicario y la resurrección de Jesucristo, quien durante su caminar con el Señor hizo una de las declaraciones más importantes de la Escritura: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Aquel que tuvo la experiencia del nacimiento de la iglesia en el derramamiento del Espíritu Santo en el Día de Pentecostés, es el autor de esta Epístola.


En los últimos años de su vida, Pedro redactó este documento, no conociéndose el lugar exacto desde donde fue escrito, ya que en ninguno de sus tres capítulos menciona la ubicación; se desconoce también si el autor estaba en la cárcel o fuera de ella. Lo importante es que el énfasis de la experiencia pentecostal y la plena comunión con el Espíritu Santo de este hombre, le proporciona la revelación de Dios y lo lleva a escribir acerca de lo que ocurrirá al final de los tiempos, así como lo que era pertinente en ese momento de la historia. Por lo que se dice, que no fue solo una Epístola que hablaba del tiempo venidero, sino que sería una carta llena de profecías de doble cumplimiento.


Es de resaltarse que con un espíritu generoso y humilde reconoce el valor de las cartas de Pablo: “como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas hablando en ellas de estas cosas; entre la cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras para su propia perdición”. (2 P 3:15,16)


Para Pedro, al igual que muchos de los maestros de esa época era importante que la iglesia estuviera preparada para el tiempo venidero. El Apóstol inicia la carta mencionando lo importante de la intervención divina que experimentan todos aquellos que han apartado sus vidas para Dios y se proponen vivir en santidad. Así mismo, les recalca que es importante guardarse de todo mal y manifestar permanentemente los frutos del Espíritu Santo (1:3-15). Corona esta introducción, recordando la experiencia que unos pocos hombres han experimentado: ser testigo ocular y audible de la naturaleza divina del Señor. (1:16-18)


1:19-21 contiene una de las más fuertes declaraciones de la Biblia sobre la inspiración, infalibilidad y la autoridad de las Escrituras. El Apóstol enfatiza la naturaleza de la Escritura y las cualidades de los escritores (1:19-21), Éste es uno de los pasajes más utilizados para mostrar que la Biblia no es un libro al que se le puedan semejar otros, por mucho que contengan verdades trascendentes, pues es una biblioteca de 66 libros dictadas por Dios mismo. La inspiración del Espíritu Santo sobre los escritores sagrados fue evidente cuando hablaron o escribieron la Palabra. “Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (1:21).


1:19-21 contiene una de las más fuertes declaraciones de la Biblia sobre la inspiración, infalibilidad y la autoridad de las Escrituras. El Apóstol enfatiza la naturaleza de la Escritura y las cualidades de los escritores (1:19-21), Éste es uno de los pasajes más utilizados para mostrar que la Biblia no es un libro al que se le puedan semejar otros, por mucho que contengan verdades trascendentes, pues es una biblioteca de 66 libros dictadas por Dios mismo. La inspiración del Espíritu Santo sobre los escritores sagrados fue evidente cuando hablaron o escribieron la Palabra. “Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (1:21).


Una importante advertencia:


El capítulo 2, es una de las porciones bíblicas que condenan a los falsos maestros y las falsas doctrinas. El capítulo 1, como lo destacamos en el encuadro anterior termina exaltando a los santos hombres que hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo; por contraste, el capítulo 2 comienza con un triste recordatorio sobre la posibilidad de que aparezca lo errado: “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató…”
Los siguientes 20 siglos han comprobado la realidad de esta advertencia.


El resto del capítulo es muy rico mencionando hechos históricos, que Pedro citó, y explicó, tan solo por revelación e inspiración divina:


En el capítulo 2: 15-22, habla de “el camino de Balaam”, para describir a los creyentes y líderes que dejan el camino recto, “que hablan con palabras infladas y vanas” engañando a los que ya se habían apartado de la maldad y los hacen volver con sutilezas al camino anterior de corrupción. Trae Pedro a la palestra un fuerte proverbio de la antigüedad: "el perro vuelve al vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno." (Pr 26:11).
Una fuerte advertencia que tampoco se respetó en estos pasados 20 siglos.


El capítulo 3, es uno de los grandes capítulos del NT mencionando las segunda venida de Cristo.
Pedro advierte de que se estaba generando cierta atmósfera de incredulidad sobre la venida del Señor Jesucristo. El apóstol los anima a no rendirse, dado que en ese tiempo el pueblo donde la iglesia se había desarrollado seguía gobernado por el imperio romano con todos sus extremos, especialmente cuando regía un emperador arbitrario y déspota, que amenazaba la nueva fe. Al haber encontrado la libertad en Cristo, anhelaban disfrutar de una ciudadanía libre de ese tipo de gobierno, por lo cual con ansias esperaban la segunda venida de Cristo, y se preguntaban con insistencia (3:4): “¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen, así como desde el principio de la creación.”


Defender este punto para un recién convertido era algo muy complejo, por lo cual este hombre experimentado les inspiró con sus cartas y les levantaba el ánimo diciendo que siguieran esperando Su venida. Y junto a esa positiva actitud, que “siguieran creciendo en la gracia y en el conocimiento para poder tener esperanza”. (2 Pedro 3:18)


Bosquejo


  1. Salutación (1:1-2)
  2. El elogio del verdadero conocimiento (1:1-21)
    1. El elogio del verdadero conocimiento (1:1-21)
    2. El carácter progresivo del conocimiento en la vida cristiana (1:5-11).
    3. El carácter progresivo del conocimiento en la vida cristiana (1:5-11).
    4. El rico testimonio del Apóstol sobre su partida, sus experiencias únicas con el Señor y su encargo a la iglesia (1:12-18).
    5. La inspiración de la palabra profética (1: 19-21).
  3. El terrible destino de los falsos maestros (2:1-22)
    1. Su conducta nefasta en ese tiempo y en el futuro (2:1-3).
    2. Ejemplos de lo que sucedió a otros y que les puede pasar (2:4-10a).
    3. Características de los falsos maestros (2:10-19).
    4. Fuertes advertencias para los que se apartan del camino (2:20-22)
  4. Revelación segura sobre la venida del Señor (3:-18a).
    1. Impíos y apostatas negando su venida (3:1-7).
    2. La paciencia del Señor para poder salvar a todos (3:8-10).
    3. Esperar cada día la venida del Señor declarada en las Epístolas (3:11-18ª).
  5. Bendición (3:18b)


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