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Más adelante, en el capítulo 3: 3,4 recalca, que, “vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Los falsos maestros habían tratado de desmantelar la doctrina acerca de la segunda venida de Cristo, la cual Pedro y los demás apóstoles habían enseñado. Pablo, en su Primera Carta los Tesalonicenses escribió magistralmente: “Porque el Señor mismo, con voz de arcángel, y trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero” (1 Ts 4: 13-18). Una porción que en cada funeral se repite, esperando el glorioso arrebatamiento de los vivos.
“fábulas artificiosas”, haciendo referencia a lo que sucedía en aquel entonces cuando los pueblos estaban acostumbrados a mitos, leyendas y fabulas, creyendo en un mundo de dioses y semidioses. La mitología greco-romana era abrumadora en el número de deidades que adoraban. Recuérdense por lo menos, dos casos narrados en el Libro de los Hechos:
El apóstol Pedro, defiende que sus aseveraciones no se basan en esas “fábulas artificiosas”, sino en que hemos “visto con nuestros propios ojos su majestad”. Incluyendo a todos los apóstoles que habían sido testigos oculares de la majestad de Cristo a través de sus milagros, resurrección corporal y ascensión al cielo. Pero lo más seguro es que se estaba refiriendo a lo ocurrido en la cima del Monte Tabor, (como se cree) en el corazón de Israel, cuando presenciaron Pedro, Jacobo y Juan su gloriosa transfiguración.