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Capítulos:
Escritores de la 1a carta de Juan: Rev. Eliud Asaf Montoya Pbro. Luis Fernando Caballero C. Pbro. Rodrigo Arrieta Mayoral Editores: Rev. Eliud Asaf Montoya Rev. David L. Aguillón Dr. Teófilo J. Aguillón Min. Kelly G. Palomo Eduardo B. Canché Vázquez Diseño y Relaciones Públicas: Joel Aguillon y Rubén D. Aguillón
INTRODUCCIÓN
Residiendo en Éfeso Juan el Apóstol escribe esta Carta, entre los años 85-90 d.C. de acuerdo con la mayoría de los eruditos. Sus destinatarios fueron originalmente las iglesias de la provincia de Asia Menor, sobre las que tenía responsabilidad apostólica, como parece entenderse por la alusión en Apocalipsis 1:11. No señala destinatarios, no menciona su nombre o persona alguna, ni lugares, o acontecimientos. El sello apostólico de la carta, aun cuando Juan no se identifique por nombre revela indiscutiblemente su paternidad. Teólogos y escritores del siglo II como Justino Mártir, Irineo, Tertuliano y Clemente de Alejandría afirman que fue escrita por el apóstol Juan. Papías, un padre de la iglesia lo describió como “una voz viva y que permanecía”. (Biblia MacArthur Pg. 1815).
TRASFONDO DOCTRINAL
Como se cree, para esta fecha el Apóstol ya había escrito el Evangelio que lleva su nombre, ahora dedicó su valioso tiempo a redactar estas tres importantísimas epístolas, llamadas Generales o Universales, y pronto escribiría el Apocalipsis, con la revelación trascendental que recibió del Señor; todo en el lapso de 10 años aproximadamente. En estas tres Cartas abordaría el peligro que representaban las enseñanzas de falsos maestros y una creciente doctrina hereje que afectó a la iglesia a partir del último tercio del primer siglo y tristemente continuaría por varios siglos: el llamado gnosticismo. Era tan dañino que, junto con el apóstol Juan, el apóstol Pedro y Judas lo combaten enérgicamente en sus Epístolas.
Algunas carcaterísticas del gnosticismo:
Justo L. González, comenta que, aunque la iglesia en su generalidad rechazó el gnosticismo, éste siempre se ha mostrado atractivo para los que se sienten atraídos por lo esotérico o misterioso. Por ejemplo, el surgimiento en el Siglo XIX, del “Trascendentalismo” de R. Waldo Emerson y la “Ciencia Cristiana” de Mary Baker Eddy. Aún en el Siglo XXI se ha visto un renacer del gnosticismo, que a veces pretende basarse en conocimientos ocultos de la antigüedad. (Dicc. Teológico Pg. 132).
PROPÓSITO DE LA CARTA
La preocupación juanina es válida, pues las enseñanzas de los falsos maestros se centraban en poner en juicio la divinidad y la humanidad de Jesús. El Apóstol tuvo el incomparable privilegio de conocerlo, caminar con Él, ser parte de su círculo íntimo junto a Pedro y Jacobo. Atestiguar, que Jesús era Dios encarnado (1 Juan 1:1-3). Es decir que Jesús era el Cristo (Mesías) prometido (2:22,23; 5:1) y que este Cristo vino en cuerpo humano: “En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo” (4:2,3).
El Apóstol se preocupaba porque los falsos maestros diseminaban una doctrina perniciosa, que no solamente afectó en ese tiempo al cristianismo, sino que también cuando surgió la religión popular, y continuó esa liviana interpretación después de la Reforma, cuando algunas Denominaciones también separaron la doctrina, de la práctica, enseñando, que:
“La obediencia a los mandamientos de Cristo (2:3,4; 5:3) y la vida santa separada del pecado (2:15-17) no eran necesaria para la fe salvadora (1:6; 5:4,5)” (La. B. de Est. Pentecostal Pg. 1826).
Por eso es muy importante la admonición del Apóstol:
“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” 1 Juan 2: 15:17.
Las falsas enseñanzas estaban perturbando a los creyentes en su fe y en su caminar con Dios. Por ello Juan el teólogo exhorta a sus lectores, recordándoles que la fe, la revelación, y el conocimiento bíblico son inseparables en la conducta y vida diaria del creyente. Que la vida eterna y la comunión con Dios no tienen ninguna relación con las tinieblas. La comunión (gr. koinonía) se refiere al sentimiento y convicción de unidad con Dios y entre ellos mismos. Y esto por haber recibido a Jesucristo y su sacrificio en la cruz del Calvario. Debe insistirse que, esta comunión es tan estrecha, que solo los hijos de Dios la experimentan.
TRASFONDO HISTÓRICO-RELIGIOSO
Las iglesias de ese cinturón de Asia Menor ya habían vivido un cristianismo por cerca de 50 años, y habían visto como se había extendido desde allí a muchas partes del Imperio Romano. En muchos lugares ya era una religión importante y con influencia. Los intentos de mezclar el evangelio de la salvación con las corrientes de enseñanza intelectuales, filosóficas y gnósticas, estaba teniendo éxito, derivando en un exagerado intelectualismo y mundanalidad dentro de la iglesia. La situación de confusión que presenta Primera de Juan habla de una lucha que sostenían los creyentes entendidos para que prevaleciera una postura cristocéntrica, y se rechazaran las sectas surgientes dentro y fuera de la iglesia.
Tuvieron que actuar enérgicamente en algunos casos, quitando el derecho de comunión a muchos incautos por seguir y obedecer a los judaizantes y falsos maestros, que incluía el culto al Emperador (Tito Flavio Domiciano 85-96) perseguidor de los cristianos y quien acusaba de “ateos” a todo aquel que no considerara la divinidad del Emperador. Tristemente en los días de la iglesia primitiva, eran los judeo-cristianos, (judíos y gentiles) que contemplaban necesarias y convenientes ciertas prácticas judías para la salvación, independientemente de aceptar a Jesús como Mesías y salvador.
(Algo que ha resurgido en nuestros tiempos en las prácticas de muchos “cristianos mesiánicos” quienes son gentiles, y quieren comportarse como los judíos de raza y religión, que se han convertido aceptando a Jesús como su Mesías).
Olvidaban esos falsos maestros que el Concilio en Jerusalén, por el año 50 d.C., había aprobado que a los gentiles no se les obligara a guardar la ley de Moisés, que tan solo se les pidieron que practicaran cuatro “cosas necesarias” (Hechos 15:28,29). Sin embargo, bajo la influencia de cristianos judaizantes, muchos cristianos fieles fueron exigidos de guardar otras prácticas judías, que tenían que ver con ritos y ceremonias, aun cuando el templo de Jerusalén ya había sido destruido por los romanos en el año 70 d.C.
Entre otras prácticas, esos falsos maestros en su influencia proselitista seguían enseñando, que era necesario practicar la circuncisión y guardar el sábado para obtener la salvación (1 Jn. 4: 1-6).
El apóstol reafirma que la enseñanza cristológica estaba clara desde el principio, y que debía rechazarse la confusión que provocaban los falsos maestros judaizantes y los intelectuales gnósticos, en unidad con los docetas judaizantes, negando la humanidad de Cristo, diciendo que su sacrificio fue ilusorio, y que no era el único y verdadero Cristo. Esto lo tomaban para justificar su pecado entregándose a conductas pecaminosas, conductas que eran consideradas por los verdaderos cristianos como pecado. Muchos de ellos habiendo pertenecido a la comunión o membresía de la iglesia, ahora negaban la humanidad y divinidad de Cristo.
CARACTERÍSTICAS FUNDAMENTALES
El tema dominante de la epístola es: permanecer en Cristo . “Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida ésta en su Hijo”. (1 Jn 5:11).
Un rasgo distintivo de esta Epístola es la enseñanza correcta sobre la fe y la conducta, insistiendo en que estas deben estar siempre entrelazadas. Además, Juan se refiere a los falsos profetas y maestros como anticristos (1 Jn 2:18-22), porque estos se alejaron de la enseñanza del evangelio sobre la salvación. Los anticristos eran maestros seudo-cristianos (1 Jn 4:3), y estos con sus enseñanzas estaban seduciendo a los creyentes para desviarlos y llevarlos a una apostasía.
Juan apela a los dones del Espíritu Santo y a su presencia permanente entre sus seguidores, para conocer al Hijo de Dios y todo lo que se deriva de su íntimo conocimiento, afirmando: “Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas” (1 Jn 2:20).
El apóstol deseaba que todos conocieran a Cristo, como él lo conoció en persona. Desde luego manifestando en sus Cartas, como lo hizo en el Evangelio magistral que escribió, que ahora los atributos divinos pueden ser conocidos por la omnipresencia, la omnipotencia y la omnisciencia, de la bendita Trinidad.
La B.de Est. Pent. (Pg 1826), afirma que, 1 Juan 1:3 al 2:2 expone las características de la verdadera comunión con Dios y que la epístola además revela cinco pruebas específicas por las cuales los creyentes pueden conocer con seguridad que tienen vida eterna:
BOSQUEJO
Introducción: el objetivo de la Epístola (1:1-4)