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En cuanto a este tema, alguno podría ser engañado pensando que puede vivir una vida justa fuera de Cristo; sin embargo, un ser humano únicamente puede vivir en justicia y rectitud cuando se mantiene en Él (Ro 6:13,14). Algunas doctrinas basan la salvación en las obras, y enfatizan la responsabilidad del individuo para hacer tales obras; sin embargo, lo que enseña la Biblia es que es el mismo Cristo quien hace tales obras a través de cada hijo de Dios que permanece en Él (Col 1: 28,29), y estas obras son producto de la fe de Cristo presente en el cristiano (Ef 2:10). Cristo dijo: «Separados de mí nada podéis hacer» (Jn 5:15).
El cristiano, unido al Señor Jesús puede resistir. Hebreos apoya al creyente para que sea vencedor: «Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado» (Heb 12:4). La iglesia perseguida en el mundo de hoy está dispuesta a morir antes que a pecar, como los primeros cristianos. Por tanto, el Apóstol dice terminantemente que todo aquel que practica el pecado es del diablo.
Para entender mejor lo que este pasaje significa, la palabra traducida por la RVR60 como «practica», del griego poieo, es clave. Según Vine significa «pasar tiempo o demorarse» (Hch 15:33; 20:3), dice también que la mejor traducción podría ser «continuar» (Ap 13:5). En otras palabras, poieō aquí significaría más bien, «permanecer» en pecado, pecar continuamente; no un pecado esporádico, involuntario o inconsciente debido a un descuido espiritual.
Lo anterior se confirma cuando Juan sigue diciendo, «porque el diablo peca desde el principio» (v.8). Esto no significa que la característica de aquel que ha nacido de Dios es que simplemente peca menos que los que no han nacido de Dios, más bien significa que por naturaleza, quien ha nacido de Dios, no pecará. Si pecare involuntariamente, como se dijo antes, necesita inmediatamente ir a Dios en oración para restaurar su vida espiritual y llenarse del Espíritu Santo.
Es por ello que, Juan repite: «Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo». El pecado y Cristo son antítesis irreconciliables, y quien peca no puede estar con Él, porque el pecado es cosa del diablo (pues éste peca desde el principio, y sus obras producen pecado en todo sentido). Por tanto, el cristiano no puede caminar sino en santidad para comprobar que realmente está en Cristo, y su labor es, como Cristo, combatir las obras de las tinieblas (Ef 5:11). El versículo 3:9, explica la razón por la que el cristiano no puede pecar, por causa de su naturaleza, «porque ha nacido de Dios».