1 Juan 2:28-29 “Y ahora, hijitos, permaneced en Él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de Él avergonzados. 29 Si sabéis que Él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de Él”.

Una vez más, pero ahora con más claridad, Juan dice, inspirado por el Espíritu, que toda la vida cristiana depende de que el cristiano permanezca en Cristo, en la Vid verdadera (Juan 15). Y ahora, en este otro versículo (v. 28) habla seguro de la venida del Señor.

La promesa de la segunda venida es parte fundamental de la enseñanza apostólica, y es enfatizada por todo el Nuevo Testamento. Pues bien, dice que si un cristiano no permanece en Cristo sucederá algo bastante triste: Ya sea porque pensaba que estaba en el Señor —porque quizá cumplía con alguna costumbre meramente religiosa—, o porque no permanecía en el amor de Dios, aborreciendo a sus hermanos, o porque no permaneció en la doctrina de Cristo; entonces, en la venida del Señor, el tal tendrá que alejarse de Él avergonzado.

¿Por qué avergonzado? Porque estará delante de millones y millones de testigos en el día del juicio, y éstos que pensaron que era un excelente seguidor del Señor, se darán cuenta de que realmente no lo era, que era uno que aparentaba estar pegado a la Vid Verdadera, pero que en realidad era un falso discípulo. Y si es alejado del Señor entonces no quedará otra alternativa que sufrir pena de eterna perdición (2 Ts 1:9), pues Jesús le dirá a éste y a todos los que estén en su situación: “Apartaos de mí… " (Mt 25:41).

Finalmente, da el Apóstol una última característica para el que permanece en Cristo: que practica la justicia. Siendo justo, porque Cristo le ha justificado (Ro 5:1), y además es justo, porque permanece en esa justicia: practica la justicia de Cristo mismo, en su vida.