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PRIMERA EPÍSTOLA DE PABLO A TIMOTEO


Escritores:
Rev. Eliud Asaf Montoya
Pbro. Francisco Rosas Flores
Pbro. Iván López Pérez
Pbra. Ana Laura Uribe Sastré
Pbro. Gerardo Hernández Nova
Pbra. Araceli Martínez Zavaleta

Editores:
Ing. Luis Fernando Caballero C.
Pbra. Raquel Rivera Jiménez
Rev. David L. Aguillón
Dr. Teófilo J. Aguillón

Diseño y Relaciones Públicas:
Joel Aguillón y Rubén D. Aguillón

Introducción

Timoteo aparece en la escena bíblica en el capítulo 16 del Libro de los Hechos, en donde el doctor Lucas le identifica como un discípulo, es decir un hombre convertido al evangelio, con clara disposición para estudiar y crecer en la Palabra del Señor. También dice que era de buen testimonio y que sus padres eran un matrimonio mixto: de padre griego y de madre judía (Hechos 16:1-2). Desde el primer encuentro que Pablo tuvo con Timoteo, le vio un gran potencial, de manera que le tomó como un colaborador. La amistad que Pablo tuvo con Timoteo creció a tal punto, que fácilmente se puede decir que se convirtió en el colaborador más importante y de más confianza que tuvo Pablo en su vida ministerial, tanto que le llama amado hijo (1 Co 4:17; Fil 2:24; 1 Ti 1:2; 2 Ti 1:2). De esta manera, la primera Epístola a Timoteo fue escrita en un estilo peculiar: para un hijo en la fe, un amigo y un colaborador de gran confianza, cuyo ministerio pastoral iba a servir de modelo para todas las generaciones, por las importantes indicaciones que el Apóstol le da. Es considerada, desde el siglo XVIII, una de las tres cartas pastorales del NT.

Ubicación histórica y geográfica:
Los datos que se observan en las Epístolas Paulinas y en el libro de los Hechos, llevan a pensar, históricamente hablando, que después de su encarcelamiento en Roma (circa 61-63 d.C.), Pablo fue puesto en libertad, y junto con Timoteo y Tito se fueron a evangelizar a la isla de Creta. Ahí, en Creta, se quedó Tito para “corregir lo deficiente y establecer ancianos en cada ciudad” (Tito 1:5); en tanto que Pablo y Timoteo se dirigieron a Macedonia vía Éfeso. (la iglesia que el Apóstol había fundado, y a cuyos ancianos había dejado instrucciones, según se narra en Hechos 20). En Éfeso, se quedó Timoteo, y Pablo continuó su viaje para Macedonia, desde donde es probable que escribió y envió 1 Timoteo (circa 64 d.C.).

El autor:
Pese a aquellos que se oponen a la idea de que las cartas pastorales (entre ellas 1 Timoteo) fueron escritas por Pablo (p.ej. P.N. Harrison, M Dibelius, H. Conzelmann, entre otros), la conclusión más lógica es reconocer que Pablo fue el autor. Los que se oponen a la idea de que Pablo fue el autor de 1 Timoteo argumentan que el vocabulario y estilo del Apóstol en esta epístola es distinto al de otras epístolas; también que las herejías que Pablo combate —tales como la licencia moral y el ascetismo— pertenecen al gnosticismo del siglo II; que el interés del escritor en la organización de la Iglesia es inusual en Pablo; que existe poca o nula correlación de lo que el Apóstol menciona en 1 Timoteo y el libro de los Hechos; y, que su teología en esta epístola no se encuentra en otras. Esos argumentos fueron contrarrestados automáticamente por la iglesia primitiva, que conocía a Pablo, que aceptaba sus enseñanzas, la cuales directa o indirectamente defiende en las dos epístolas a Timoteo. Una mirada minuciosa tanto a las evidencias internas como externas son suficientes para dar respuesta a estas objeciones y concluir que Pablo fue el autor de 1 Timoteo. Otras críticas antiguas y modernas se han desmoronado y la gran mayoría acepta a las Epístolas como brotadas, por inspiración del Espíritu Santo, de la pluma de Pablo.

Destinatario:
Es claro que Pablo dirige esta carta a Timoteo, a quien le llama hijo (1:18), señal de una cercanía y confianza sobresalientes. Pablo estaba interesado en equipar a Timoteo con el conocimiento que le fuera necesario para su vida personal y para las circunstancias que atravesaba ministerialmente. Es evidente que las instrucciones que Pablo da en esta Carta tendrían un gran impacto en la iglesia y que él estaba interesado en que todos las supieran; no obstante, ésta, a diferencia de otras cartas de Pablo, no estaba dirigida a los ancianos (o líderes) de la iglesia, en este caso la iglesia de Éfeso, ni a la iglesia en general, sino específicamente a Timoteo, el pastor. Por lo que se puede afirmar algo muy importante: las instrucciones que tuvieran que ver con la iglesia, habrían de ser dadas por conducto del pastor Timoteo.

Motivaciones que guiaron a la Epístola:
Pablo, después de haber quedado encarcelado en Roma, según se narra al final del Libro de los Hechos, fue puesto en libertad y pudo continuar su trabajo apostólico. Durante ese tiempo viajó con Timoteo, Tito, y otros colaboradores, fundando nuevas iglesias y supervisando a las ya existentes. Luego de observar ciertos problemas graves dejó a Timoteo en Éfeso, para que los resolviera con urgencia. Lo especificado en 1 Timoteo 1:3 “Como te rogué que te quedases en Éfeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos que no enseñen doctrina diferente”, revela que había problemas con falsos maestros.

¿Quiénes eran estos falsos maestros? A diferencia de otras cartas, en donde los falsos maestros provenían del exterior, esta vez parece que estaban dentro de la iglesia misma. La referencia a la excomunión de Himeneo y Alejandro (1:18,19) sugiere que éstos falsos maestros podrían haber sido parte de la iglesia y aún, algunos de sus líderes. Quizá la profecía de Hechos 20:29-30 se estaba cumpliendo: “Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos”.

Un respaldo para esta idea puede ser que estos maestros aspiraban a ser doctores de la ley (1:7), añadían conceptos o quitaban principios al evangelio dejado por el Señor Jesucristo (6:3-5). Administrativamente, pudieran haber sido ancianos que no gobernaban bien (5:17). Por ello el Apóstol dicta una lista de las características que deberían de tener los obispos y los diáconos (todo el capítulo 3) y da instrucciones importantes respecto a los ancianos (5:17-25). También una fuerte predicción sobre la apostasía (4: 1-5) y a través de la carta, como ninguna otra del NT, diversas instrucciones sobre la relación del pastor con los grupos asistentes a la iglesia, según la edad y el sexo.

Debe decirse, que la mayoría de estas importantes instrucciones en las epístolas pastorales, tienen vigencia actual en la organización de las iglesias locales. Es decir, han resultado en un Manual de Eclesiología Práctica. Asimismo, Pablo da consejos prácticos de mentoría y discipulado a Timoteo, a quien dice que no permita que le menosprecien por ser joven (1 Ti 4:12). Algunos han exagerado en este punto sugiriendo que Timoteo era un hombre muy joven, pero un examen minucioso sugiere que Timoteo estaba muy cerca de los treinta y cinco años, por lo que contaba con suficiente edad para afrontar desafíos importantes, como los graves y delicados problemas de la iglesia de Éfeso.

En diferentes lugares, Pablo se había enfrentado a los judaizantes —quienes establecían las prácticas de la ley como requisitos para la salvación— y a los helenistas, quienes sembraban la idea de sincretizar el cristianismo con las ideas que predominaban en ese entonces. (Sincretismo: sistema filosófico o religioso que pretende conciliar varias doctrinas diferentes). Los pasajes de 1 Timoteo 1:7,8 y de la mención de “la falsamente llamada ciencia” en el 6:20, sugiere una combinación infiltrada de ambas posturas equivocadas, a través de judíos helenistas. Lo cual amenazaba destruir el trabajo de tres años (Hechos 20:31) y de evitar sentar las bases para tantas iglesias de esos días, como las que surgirían en el futuro.

Conclusión:
1 Timoteo ofrece no sólo enseñanzas mediante su contenido, sino también mediante las circunstancias en que fue escrito. Entre otros puntos, deja claro que, aunque el apóstol Pablo trabajó duramente en la fundación de esa iglesia, necesitaba ser reforzada permanentemente con la sana doctrina y que, aunque Pablo les había enseñado “todo el consejo de Dios” (Hechos 20:27), necesitaba el establecimiento de líderes con características de idoneidad de carácter. También necesitaba regulaciones, un adiestramiento para los líderes (discipulado, se diría hoy) y un manual eclesiástico. Enseña también que aquellos que el Espíritu Santo había puesto por obispos (Hecho 20:28), eran hombres salvos y llenos del Espíritu Santo, pero luego, algunos de entre ellos, se apartaron de la fe para seguir a doctrinas falsas (1 Timoteo 1:3), lo cual puede ocurrir también en nuestros días. “Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad”. 1 Ti 3:14,15

Breve bosquejo:
A.-Introducción (1:1-20)
B.-Un organigrama sobre la estructura de la iglesia (2:1-4:5)
1.-La importancia de la oración (2:1-8).
2.-La debida conducta de las mujeres (2:9-15)
3.-Requisitos de los obispos/ancianos/pastores (3:1-7)
4.-Requisitos de los diáconos y diaconisas (3:8-12)
5.-Razones para los requisitos a los dirigentes (3:13-4:5)

C.-Instrucciones para Timoteo como pastor (4:6-6:19)

1.-Su vida personal y devocional (4:7-19)
2.-Su relación con los miembros de la iglesia (5:1-6:19)
a. Los ancianos y los jóvenes (5:1)
b. Las ancianas y las jóvenes (5:2)
c. Las viudas (5:3-16)
d. Predicadores y maestros (5:17-25)
e. Los esclavos (6:1,2)
f. Los falsos maestros (6:3-10)
g. Nuevas instrucciones a Timoteo (6:11-16)
h. Los ricos (6:17-19)

3.-Conclusión (6:20,21)

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