Dejando a Timoteo en Efeso, Pablo se aseguró de que se enseñara la doctrina correcta. Pablo amonesta a Timoteo a que continúe enfocando su mente hacia sí mismo, esto es, sus deberes, sus dones, su privilegio de ir a las profundidades de la promesa de Dios y desde luego sobre la doctrina. Debe permanecer, o perseverar en ellas, esto es, en la vida santa y en la vigilancia con respecto a la enseñanza. La promesa es: pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren, el hombre no se salva por obras, sino por gracia, por medio de la fe (Tito 3:3; Ef. 2:6-8); sin embargo, puesto que la vida santa y la sana doctrina son fruto de la fe, Pablo expresa que haciendo esto Timoteo se salvará a sí mismo y a sus oyentes.