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Es de suma importancia lo que Pablo le dice a Timoteo: “hombre de Dios, huye de estas cosas.”. En muchas situaciones le dice en sus cartas que las enfrente o pelee con decisión y valor (2 Ti 1:6). Aquí, al igual que en 2 Timoteo 2:22, da la enérgica directriz de huir: “huye también de las pasiones juveniles”. Porque tiene la convicción de que si no se huye ante el amor por las riquezas y no se huye de los deseos pecaminosos, la persona va a sucumbir.
Seguir: “la justicia la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre.” tiene que ver con las relaciones personales de Timoteo con la gente a la que va servir continuamente, por lo que debe cultivar y desarrollar esas cualidades.
Nótese que en la recomendación que sigue, sí le dice a Timoteo que luche: “pelea la buena batalla de la fe”, “Pelear” procede del verbo griego que significa “agonizar” con el sentido de “esforzarse intensamente” , perseverar en la fidelidad a Cristo y contender con los los adversarios del evangelio (B.de Est. Pentecostal Pg.1746).
“Echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado” . Es decir que viviera y ministrara con una perspectiva celestial y eterna. Que recordara que “nuestra ciudadanía está en los cielos” (Fil 3:20), “habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.”, seguramente cuando hizo confesión pública de su fe en el Señor Jesucristo (Hch 16: 1-3) y cuando fue ordenado al ministerio ( 1Ti 4:14 y 2 Ti 1:6).
El fruto del Espíritu Santo, se revela precisamente en el carácter cristiano; el hombre de Dios debe producirlo día a día. De las nueve manifestaciones del fruto, (Gálatas 5:22,23) cuatro son mencionadas por Pablo en este pasaje, lo que habla de la importancia del carácter que debe desarrollar el ministro.