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Debió haber sido difícil para Timoteo, el exhortar (aconsejar, amonestar, animar) a las personas mayores que él. Sin embargo, era su responsabilidad hacerlo, para que nadie estuviera fuera de las líneas marcadas por la iglesia respecto a la santidad.
El apóstol Pablo le da una clave para no romper el hilo delgado que puede presentarse en el trato con las jovencitas dentro de la congregación, le indica: trátalas como si fueran tus propias hermanas, con toda pureza. La palabra que utiliza es (agneia), tal vez la traducción literal más adecuada sería “libre de corrupción”. Acercarse siempre a las jovencitas con pensamientos no contaminados por el ambiente que prevalecía en la época y por supuesto por la cultura en la cual estaban inmersos en Éfeso.
Las relaciones con el sexo femenino deben ser de absoluto respeto y pureza. Ello mantendrá a salvo al líder y a la congregación. Pablo pone los cimientos del trato en la iglesia entre el liderazgo y la congregación. Fija límites que deben respetarse para el buen ambiente eclesial.