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Ésta es una de las más hermosas conclusiones que se puede tener al momento de manifestar las bondades divinas; esta serie de exaltaciones nacieron en el primer siglo cual Salmos dedicados al Rey de Israel. Esos bíblicos adjetivos, pueden ser analizados teológicamente.
“Rey de los siglos” es una alusión directa al Todo Poderoso, que ha estado presente en cada época, desde el comienzo del tiempo, y permanecerá presente por todas las edades.
“Inmortal”, los judíos y demás incrédulos, tenían que entender, y aceptar como los creyentes, que Jesús era inmortal, preexistente. Con una confianza declarada: si nuestro Jesús amado es inmortal, a nosotros nos espera el mismo destino.
“Invisible”, A diferencia de los dioses griegos y latinos, que, según sus seguidores, se manifestaban visiblemente y aún les habían hecho santuarios, de los cuales Pablo dio testimonio visitando Atenas (Hechos 17:23), el Señor Jesús cuando ascendió a los cielos y se sentó a la diestra del Padre, asumió todos sus atributos, haciéndose invisible, con la importante característica de que se le puede sentir en cualquier lugar por quienes lo aman.
“Único”, este atributo se une al anterior, puesto que el término invisible les permitía considerar la existencia de dioses, por ello Pablo hace énfasis en la unicidad divina que refuerza lo enseñado: “ Jesús el Hijo Dios”.
“Sabio”, presenta el atributo que dignifica la autonomía que tiene Dios para actuar en la vida de los hombres y elegir sus representantes ministradores, ya sean líderes, ancianos, predicadores, evangelistas o maestros. Solamente, Él puede determinar correctamente quién ejercerá alguna función dentro de su Obra.