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“Porque raíz de todos los males es el amor al dinero”. Se debe resaltar esta declaración y entenderse perfectamente. Se dice que el Señor Jesús le dio marcada importancia a dos temas: el dinero y el infierno. El enfoque de Pablo diciendo que es el amor al dinero, lo que daña, contribuye a precisar lo negativo.El Señor Jesús ante el joven rico que no lo siguió, expresó: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! (Lc 18:24), seguramente pensando en “el amor” prevalente en los individuos, que se hace superior a la disposición para seguir y servir a Jesús, por todo lo que eso representa.
Las palabras del Apóstol en el tema, son suficientemente claras: “Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición;
Desean la riqueza más que otra cosa en la vida y con ello no les importa dañar o provocar que otros sufran, con tal de hacerse de bienes materiales. La palabra palabra “lazo”, es equivalente a trampa. Es decir, el afán por las riquezas, equivale a una trampa de la cual es muy difícil escapar. Inclusive, algunas personas pierden su salud o la vida por trata de acumular riquezas, que al final de sus días simplemente les servirá de perdición.
“el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.”. No olvidar que, “no codiciar” es el décimo mandamiento (Éxodo 20:17). En detalle, éste expresa que no se deben codiciar propiedades, personas, animales y cosas. El dinero o riqueza envuelve todo eso, que tristemente puede impedir a los cristianos que vivan vidas plenas, o lo más triste, se aparten de la fe. Pablo amplia el tema, más adelante en los versículos 17-19.
el enemigo siempre está construyendo trampas para destrucción del ser humano. El Señor Jesucristo mencionó que donde estuviera el tesoro del hombre, ahí estaría su corazón (Mt 6:21). Las riquezas que en un principio podrían catalogarse como fuentes de bendición, pueden convertirse en trampas que destruyen familias, iglesias y naciones. El cristiano debe preguntarse cuando goza de riquezas, qué propósito mayor existe para su vida y poner esos recursos a los pies del Señor. Sostener ministerios, comenzando con su pastor, ayudar a levantar templos, apoyar las misiones y los misioneros y hacer bien, mayormente “a los de la familia de la fe” (Gálatas 6:10).