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Neófito, es un vocablo que se aplica a algo recién plantado, y por extensión a alguien recién convertido. Habla de no dar responsabilidades importantes, a los creyentes que todavía no son maduros en la fe. Los negocios del Señor no pueden ser dejados en manos de inexpertos, aunque tengan el deseo de servir, pues no se debe poner en riego tan grande capital como lo es la iglesia de Cristo. El peligro es que, el neófito se vuelva presuntuoso y caiga en la misma condenación en que cayó el diablo. Por lo general, un novicio que de pronto recibe un cargo importante piensa más en la honra que va a recibir, que en el servicio que va a prestar, y es fácil que se envanezca, se llene del humo del orgullo, y se exponga a la caída en la misma condenación en que cayó el diablo.
En armonía con esta norma, en su primer viaje misionero, Pablo no designó ancianos en las iglesias sino hasta cuando las visitó por segunda vez (Hch. 14:23). También nótese que Timoteo mismo no fue ordenado inmediatamente después de su conversión. Habiendo sido conducido a Cristo en el primer viaje misionero de Pablo, fue ordenado hasta después.