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Apocalípsis



EPÍSTOLA DE SANTIAGO

Introducción


Escritores del comentario:

Pbro. Jorge Jonguitud Garza
Pbro. Francisco J. Rosas Flores
Pbro. J. Angel Ochoa Cantú
Pbra. B. Elizabeth Ramírez Rosales

Editores:
Pbro. Jorge Jonguitud Garza
Rev. David L. Aguillón
Dr. Teófilo J. Aguillón

Diseño y Relaciones Públicas
Joel Aguillon y Rubén D. Aguillón

Autor: Santiago

Tema: La fe que produce buenas obras.
Fecha: 45-49 d.C. Antes del Concilio de Jerusalén ( 50 d.C.). Se considera el primer escrito del N.T. redactado y enviado desde Jerusalén.

Comentarios interesantes:
Biblia Dake’s dice que Santiago es más judío que el Evangelio de Mateo, que va dirigido a los judíos y también que Judas y Apocalipsis y aun que Hebreos. Comenta que Santiago, pudiera estar en la lista de libros del A.T. por lo que se refiere a doctrina.

La B. Est. Pent. Pg 1797, afirma que tiene solo 2 referencias a Jesús: 1:1; 2:1. (igual que Dake’s). Sin embargo, dice la Biblia de Estudio Pentecostal, que hay más reminiscencias de sus enseñanzas en esta epístola, incluso por lo menos quince alusiones al sermón del monte, que en todas las otras epístolas del N.T. combinadas.

Gilbert Kaith Chesterton escribe en su libro “La cosa y otros artículos de fe”, que Martin Lutero, en un arranque de ira, a la que era propenso, arrancó la epístola de Santiago de su Biblia, porque no creía que “las obras” fueran importantes en la vida del cristiano para mantener la salvación. Escribió, en el prefacio de su traducción al alemán del Nuevo Testamento, en 1522: “La epístola de Santiago, es una epístola llena de paja, en comparación con la de Romanos, Gálatas, Efesios, 1ª Pedro y 1ª Juan, ya que no contiene las verdades del evangelio en ella”. La epístola de Santiago es probablemente, la carta más ignorada por el mundo protestante, no por los comentarios adversos del prócer reformista Lutero, sino porque condiciona la fe del creyente, a su demostración por medio de las obras.

Destinatarios
Una carta escrita al principio “a las doce tribus que está en la dispersión” (1:1), pero considerada como una “epístola general” por la aplicación de sus enseñanzas a la iglesia en general. Las iglesias de la dispersión o diáspora estaban enfrentando una crisis económica, social, y a las diferentes comunidades asentadas en el imperio romano. Debe decirse que muestra muchos aspectos que se observan en la Torá y que son de observancia rigurosa judía. En cinco breves capítulos, Santiago muestra algunos de los 613 preceptos de cumplimiento riguroso en el judaísmo y que estudian año tras año, de manera sistemática y semanal (Parashá), hasta nuestros días.

Autor
El autor es un siervo de Dios y de Jesucristo (v.1) llamado Santiago (del griego Iakwboj-Jacobo; Santiago es una contracción latinizada de Sanctus Iacobuso). Al menos hay tres menciones con ese nombre en el período neotestamentario. El primero de ellos es el de Jacobo Zebedeo (Mateo 10:2), uno de los discípulos del Señor, hermano de Juan, el discípulo amado y autor del Evangelio que lleva su nombre. Fue el primero de los discípulos que murió por causa del evangelio. El otro es Jacobo Alfeo (Mateo 10:3), hermano de Judas Alfeo (Lucas 6:16; Hechos 1:13), uno de los doce. Finalmente, Jacobo el hermano de Jesús y líder de la iglesia de Jerusalén (Hechos 15:13) que se considera como el autor de esta carta. Mateo lo menciona en el evangelio (13:55): “¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas?”, durante el ministerio de Jesús y apartados del evangelio del Señor.

Más adelante vemos a María y los hermanos de Jesús (Jacobo entre ellos), congregados con los apóstoles en el aposento alto y llenos del Espíritu Santo, en el día de Pentecostés (hechos 1:13-14; 2:1-4). Su participación activa en el evangelio se hace evidente desde el inicio de la obra apostólica y hasta el concilio de Jerusalén (Hechos 15:12,13), realizado posiblemente en el año 50 d.C. donde se levanta como el líder de la iglesia, como lo anotan algunos estudiosos y lo aceptan las diversas iglesias y denominaciones. Flavio Josefo, historiador judeo-romano del siglo I, en la obra “Antigüedades judías” lo menciona como “el hermano de Jesús llamado Cristo, cuyo nombre era Santiago”.

Menciona además Josefo, que fue martirizado en Jerusalén en el año 62 d.C. Si así fue, revela también el corto tiempo en que los judíos cristianos fueron tolerados en Jerusalén. El hecho que sea el hermano de Jesús el autor de esta epístola es muy interesante e importante para el cristiano moderno, ya que los preceptos señalados en la Carta fueron observados por Jacobo en la vida de Jesús, por las décadas que vivieron juntos, como familia. Es decir, Jesús vivió lo que aprendió de la Ley judía y lo que enseñó en su ministerio.

Uno de los problemas al interpretar lo escrito por Santiago, con relación a la fe, es la comparación que se le hace con el Apóstol Pablo cuando éste habla del mismo tema: “la justificación es por la fe, y no por las obras”. Pero en realidad no hay ninguna contradicción, ya que Pablo habla de la fe que salva, la que une a la persona con el Señor Jesús.

Nota importante:
El muy recordado Myer Pearlman, en su Teología Bíblica y Sistemática, estudiada por varias generaciones, comenta en la Pg. 172, lo siguiente: (también citado en el capítulo 2 de la Epístola)

“Se ha imaginado una contradicción entre las enseñanzas de Pablo y las de Santiago, puesto que uno aparentemente enseña que una persona es justificada por la fe y el otro por las obras (Cf. Romanos 3:20 y Santiago 2:14-26). Sin embargo, la comprensión del sentido en el que se usan estos vocablos disipará rápidamente la supuesta dificultad. Pablo elogia o encomia una fe viva que confía solo en Dios; Santiago denuncia una fe formalista, muerta, que es meramente un asentimiento intelectual. Pablo rechaza las obras muertas de la ley, u obras sin fe; Santiago encomia las obras vivas que demuestran que la fe es vital. La justificación de que nos habla Pablo se refiere al comienzo de la vida cristiana; mientras que Santiago emplea el vocablo en el sentido de esa vida de obediencia y santidad que es la expresión exterior o evidencia de que una persona es salvada. Pablo combate el legalismo, o dependencia en obras de salvación; Santiago combate “el antinomianismo”, o las enseñanzas de que no importa mucho de que manera uno vive mientras uno cree. Pablo y Santiago no son dos soldados que se oponen entre sí; están espalda con espalda, luchando contra enemigos que vienen de direcciones opuestas”.

Propósito del libro:
Vivir la vida cristiana demostrando que se ha nacido de nuevo, es uno de los propósitos del libro. No basta haber recibido a Jesús como Señor y Salvador, sino que debe demostrarse en el diario vivir. Amar al prójimo de la manera que lo hace Cristo, sin hacer acepción de personas, es otro propósito de la carta.

No imitar al mundo y no hacer amistad con éste, fue una de las recomendaciones del Señor, a sus discípulos, el último día en la tierra (Juan 15:18-2:4). El trato con las posesiones y riquezas debe ser considerado a la luz de las enseñanzas de Jesús, con respecto al Reino y a los necesitados. del reino.

La importancia de “sed hacedores de la Palabra”, en el primer capítulo, no debe ser entendida en nuestro contexto, sino en el del primer siglo, ya que no se contaba con ningún escrito del Nuevo Testamento. ¿A qué Palabra se refiere entonces Santiago? El término griego logos, empleado significa también “lo expuesto, el evangelio expuesto, mensaje. (strong #3056), por ello se hace hincapié en no ser solo oidores sino practicantes, lo que está de acuerdo con todo el mensaje de la carta.

Esta Epístola nos ayuda a enfrentar las aflicciones, a soportar las pruebas, a buscar la sabiduría divina y desechar la sabiduría humana. Fortalece el conocimiento para discernir las diferentes circunstancias que vive el cristiano en cada etapa de la vida: en riqueza, en pobreza, en servicio a Dios, en abandono de la fe.

Presenta la controversia teológica que existe desde la Reforma Protestante, pero, confronta al creyente consigo mismo, ¿en verdad tienes fe? Si es así, debes demostrarla diariamente, en amor, en paz, en tolerancia, en servicio.

Bosquejo (muy particularizado):

Salutación 1:1

La sabiduría que viene de Dios 1:2-11
Soportando las pruebas 1:12-18
Hacedores de la palabra 1:19-27
Amonestación contra la imparcialidad 2:1-13
La misericordia retribuida 2:12,13
La fe sin obras es muerta 2:14-26
Sabiduría para controlar la lengua 3:1,2
El poder de la lengua 3:3-6
Dificultad para controlar la lengua 3:7,8
La paradoja de la lengua 3:9-12
La sabiduría del creyente íntegro 3:13-18
El pecado de codicia 4:1,2
La oración equivocada 4:3
La amistad equivocada por la actitud equivocada 4:4-6
El arrepentimiento verdadero 4:7-10
Juzgando al hermano 4:11,12
La jactancia del hombre 4:13-17
La ilusión de la riqueza 5:1-3
El pecado por la riqueza 5:4-6
Llamado a la paciencia 5:7-9
Testimonio de la paciencia 5:10,11
Llamado a la justicia 5:12
Cuidándonos unos a otros 5:13-18
Exhortándonos unos a otros 5:19-20

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