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“Hermanos míos amados” es una repetición del v.16, la cual presenta una agrupación de afecto fraternal y ternura litúrgica. La premisa hecha a los judeocristianos de la diáspora es clara y objetiva: “busca algo más allá de la gnosis”, en otras palabras: “Avanza de la teoría a la práctica”. La serie de exhortaciones es la siguiente:
1) “Prestos para oír”, enfatiza la necesidad de saber escuchar las Escrituras, prestando atención a las lecturas y exposiciones
;
2) “Tardos para hablar” es la contrapartida de la anterior, es decir, si prestas atención a la ley, ésta te hará que pienses lo que debes decir; y
3) “Tardos para airarse” es una exhortación que está condicionada por la segunda: “si piensas antes de hablar, no lo harás con ira”. Frecuentemente hablamos al calor de las emociones, y la palabra dicha es imposible que se pueda recoger, hace mucho daño y a veces es irreparable.
La conclusión de esta serie de exhortaciones es: “Porque la gente violenta no puede hacer lo que Dios quiere” (TLA). Cuando se deja que la hostilidad gobierne la vida, la justicia de Dios se aleja. Por ello, el creyente debe prestar atención al control de su temperamento, pues no puede ir por la vida rompiendo lazos o siendo una persona visceral, como se dice. El llamamiento divino comienza desde el interior, al permitir que el Espíritu Santo transforme la vida.