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Santiago, cual pastor, en vista de las malas experiencias sufridas durante los saqueos del imperio romano y el menosprecio a los creyentes gentiles por parte de los congregantes judíos, o aun por hermanos gentiles en mejor posición económica; hace un llamado a todos los creyentes para que no exista discriminación dentro de la iglesia.
La mención de “hermanos míos”, hace alusión a la aproximación personal, entre el pastor y la comunidad eclesial. Una expresión que se ha manejado durante siglos y que no debe desaparecer. Los creyentes deben buscar desarrollar la aproximación a sus hermanos en la fe, otorgando a sus hermanos el mismo lugar, entendiendo que los que tienen un título jerárquico son aquellos que sirven a la congregación. Veladamente se hace alusión a lo prescrito en la ley mosaica "No harás injusticia en el juicio, ni favoreciendo al pobre ni complaciendo al grande; con justicia juzgarás a tu prójimo" (Levítico 19:15).
Es de todos conocido que en nuestros tiempos los intereses y valores espirituales se han degradado, ocasionando que en la iglesia actual cada vez que alguien con una posición económica acomodada se acerca a la congregación como visitante o haciéndose miembro, lo que es maravilloso, pueda recibir un trato especial. Se debe aleccionar a los congregantes, para que cuando esto ocurra, sean sabios en el trato a esos hermanos y desde luego a otros miembros, carentes de bienes o con alguna desventaja.