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Nota importante: esta porción de la Epístola, (2:14-26), siempre ha significado un reto de interpretación. La pregunta principal es esta: ¿Santiago contradice con su énfasis en las obras, el enfoque del apóstol Pablo en la fe? A la luz de esta pregunta deben considerarse todos los análisis y observaciones.
Confirmando lo controversial del punto, Martín Lutero, el gran reformador, luchó para aceptar esta Carta como uno de los libros del Nuevo Testamento. Por su énfasis en las obras, la llamó “una epístola de paja”
La fe salvadora siempre es una fe viva, y que no termina sólo con el hecho de confesar a Cristo como salvador, sino que exige un segundo paso: confesarlo como Señor. Lo cual lleva a un concepto básico: obediencia. Obedecer en todo lo que Jesús demanda como Señor.
Por lo tanto, no hay contradicción entre Pablo y Santiago con relación a la fe salvadora. Pablo pone de relieve la fe como el medio por el cual se acepta a Cristo como salvador (Ro 3:21-26). Santiago recalca en su epístola, que la verdadera fe debe ser una fe activa y constante que contribuye a la formación misma de los creyentes (Biblia.Est.Pent. Pg. 1800).
Por eso Santiago presenta un caso muy vívido de necesidad: creyentes sin comida, ropa y alojamiento; a quien se debía ayudar de la mejora manera posible. Diríase que se muestran las obras, producto de una fe viva que fácilmente es movida a compasión. Fe + obras= un binomio perfecto.
El apóstol Juan, años después de Santiago lo dijo así: “Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad” (1 Jn. 3:18). Esta alusión es paralela a las enseñanzas de Cristo, motivando al creyente a aplicar una fe práctica. “Y respondió, les dijo: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene que comer, haga lo mismo” (Lucas. 3:11).
En palabras de los predicadores pentecostales, “las obras no salvan, pero los salvos si obran”.
La naturaleza del pensamiento humano guiaba al creyente a pensar en sí mismo, mientras que las enseñanzas de Cristo y los discípulos les impulsaban a pensar en su prójimo.2
2Jesse Lyman Hurlbut, Historia de la Iglesia Cristiana. Pag. 21-39.