La paciencia es una virtud producida por las pruebas que atraviesa el cristiano. Santiago pasó por pruebas: sintió en carne propia la muerte de Esteban por dar testimonio de Jesucristo y vio partir a sus hermanos en la fe, a causa de la persecución a manos de Saulo de Tarso (Hch 7:54-60; 8:4). La palabra “tener” sigue la línea de no obstruir la cadena o tratar de detener el proceso otorgado por la provisión divina, el cual sirve para perfeccionar y pulir el carácter en el creyente: “seáis perfectos y cabales”. Es natural para el ser humano desear ayudar a Dios en este proceso, como en el caso de Abraham (Génesis 16), quien es un ejemplo de los muchos que se encuentran en la Escritura, pero esta ayuda siempre será en perjuicio para el hombre. Cada creyente ha sido llamado a ser perfecto y cabal. La perfección implica un sentido moral y espiritual en la vida del cristiano. La cabalidad involucra honestidad plena, en cada una de las áreas de la vida, lo que se llama integridad. Si el creyente enfrenta sus pruebas en forma correcta, cada día irá desarrollando paciencia y podrá vivir victorioso y acercándose a la estatura del varón perfecto, Cristo (Ef 4:12,13; 1 P 1:6-9). De manera determinante, la fe se torna en alabanza, gloria y honra para el Señor.

Cuando el creyente quiere ser perfeccionado sin pasar por pruebas, es falto de sabiduría. Santiago no desea que el creyente entienda la razón ni el por qué atraviesa por pruebas difíciles; sino que busque de Dios la sabiduría para entender la adversidad. “falta de sabiduría” el texto es enriquecido por el verbo falta (griego: leípetai) que literalmente significa “estar desposeído, destituido o deficiente”. Este verbo generalmente se usaba para referirse a situaciones mercantiles, cuando la persona escaseaba de recursos.¹ El apóstol usa la palabra “sophia” para hablar de la sabiduría y no “gnosis” que significa conocimiento. El creyente no necesita conocimiento obtenido de manera personal, sino la dirección divina para vivir la vida en Cristo, la cual se obtiene por gracia, a través del sacrificio de Cristo e impartida al creyente por el Espíritu Santo (Mt 7:7; Jn 3:30).

¹ Robertson, Word Pictures in the New Testament, VI, p. 13.