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El poder de la lengua en el creyente. Santiago usa ilustraciones muy accesibles a la época del cristianismo primitivo, que en sí son metáforas: el manejo de los caballos y la conducción de los barcos. No importa la capacidad de los barcos, ni su carga o su constitución física, el timón es quien dirige el destino de la nave. “son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. Se hace énfasis en el dominio que ejerce un solo hombre en una nave que puede ser gigantesca, a pesar de las dificultades “de impetuosos vientos”.
El freno en la boca de los caballos, es pequeño pero puede dirigir “todo su cuerpo”. Lo mismo ocurre con el elemento humano llamado lengua, a cuya descripción Santiago dedica la mitad de este capítulo “Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas”. El término pequeño elachristou=timón, significa “lo menos importante, lo más pequeño”, y es por ello que no se le da el valor relativo que tiene
El cristiano tiene el cuerpo, que es templo del Espíritu Santo a su cuidado. Debe dirigirlo de una manera correcta, sin errores, a pesar de los impetuosos vientos, que hacen pensar en los momentos acalorados, frustrantes y llenos de desdicha, en donde el barco de la vida es zarandeado. En tales situaciones, debe “poner freno a su boca” y mostrar un control total bajo el timón del Santo Espíritu. (Prov 10:19-22)
Se jacta de la maldad, el término aucheo es jactarse, pero Santiago usa la preposición mega (megaucheo), para describir una acción de presunción enorme, alardeando de manera verbal. El salmo 75, escrito por el gran Asaf, menciona el reclamo de Dios “pidiéndole al impío que no se enorgullezca que no hable con cerviz erguida”, haciendo alusión a los bueyes indomables, de carga, que levantaban la cabeza para oponerse al yugo que se les colocaba. El hombre infatuado del que habla el salmista es un hombre orgulloso, ostentoso, fanfarrón, que no solo habla cosas malas de los demás, sino que piensa que está en lo correcto. Proverbios 29:1 enfatiza “que será quebrantado y no habrá medicina para él”.
Lo que se expresa, puede permanecer en el recuerdo por toda una vida, mayormente lo negativo. La persona que fue herida, a menos que haya experimentado plenamente la salvación, puede recordar con amargura y odio, las palabras que se le expresaron. Un niño, un joven, recordará a través de su existencia las palabras insultantes que se le dijeron y más si provinieron de un familiar cercano.
Otra seria advertencia que hace Santiago es que este pequeño miembro del cuerpo, lo contamina todo. Una manera de controlar la lengua es la que presenta el apóstol Pablo en su carta a los efesios en el capítulo 4: 23-29 donde nos indica que la mente tiene el poder de controlar el cuerpo: “renovaos en el espíritu de vuestra mente… por lo cual desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo…airaos pero no pequéis… ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”