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Después de tratar el tema de la lengua y la verdadera sabiduría en el capítulo 3, Santiago se vuelca en un llamado más severo a los hermanos. Ahora se introduce con un par de preguntas las cuales ponen al creyente entre la espada y la pared. Los confronta enfáticamente diciendo “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros?” como una conexión a la referencia que hizo de las dificultadas anteriormente. Los creyentes de la dispersión tenían conflictos severos entre ellos: “guerras y pleitos” producto de sus luchas internas, como se visualiza en (1:14-15). Al usar el vocablo “guerras” se revela la gravedad de los pleitos, que de seguro, ocurrían muchas veces; Santiago coincide en la unidad y trato que debe haber entre los hijos de Dios, de lo cual Jesús mismo habló (Mt. 5:21-22).
La segunda pregunta presupone como respuesta un sí. Es decir el origen de los conflictos que había entre aquellos creyentes. ¿El hermano del Señor no puede ser más claro al decir “no es de vuestras pasiones?”. Les da la respuesta para hacerles ver el origen mismo de sus problemas, que va en contra de la fe que profesan, pues es producto de sus deseos. La palabra pasiones viene del griego: hedonon que significa deleite, placer, pasión; que da origen al término hedonismo, el cual abarca todo lo que tiene que ver con la búsqueda permanente del placer y la felicidad para el propio cuerpo, sin tomar en cuenta a Dios. Esas pasiones ponían a los creyentes en una lucha constante consigo mismos como bien lo expresa el escritor “las cuales combaten en vuestros miembros”; es decir, había una lucha externa, con sus hermanos, pero también una interna, guiada por el afán de poseer o ser más, que sus semejantes. Ellos estaban en riesgo de perder calidad cristiana y de no producir fruto para el Señor, a causa de los deleites que ofrecen los placeres y deseos del mundo (Lucas 8:14).