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El que dice estar en luz, es decir, con Dios, y aborrece a su hermano no está realmente en luz, pues Dios no tiene comunión con él (como las tinieblas no tienen comunión con la luz): la comunión de ese individuo y Dios es algo completamente imposible. La palabra «gr. miseō» se traduce también no sólo como odiar en el sentido occidental, sino como se entendía en el pensamiento hebraico, «amar menos» (ver p. ej. Lucas 14:27), es decir, quien no ama conforme al mandamiento nuevo de Cristo (como Él amó), no puede andar en luz tampoco, en comunión con Jesús y con su Padre.
Esto parece a simple vista ser algo imposible, pero realmente no lo es, partiendo del hecho de que el amor del que habla Juan no es un amor humano, sino el amor «agapaō», en el griego, de donde viene ágape, es decir, el amor de Dios, el amor sobrenatural. Por ello dice: «el que ama a su hermano está en luz» (v. 10), un amor que es impartido por el Espíritu Santo, y no producido en el corazón humano. Y en tal persona no hay tropiezo (v.11), es decir, no hay pecado. La palabra «gr. skandalon» (traducida por RVR60 como «tropiezo») no sólo se refiere a no tener un tropiezo personal, sino también, a no hacer tropezar a otros. Ya que Dios es poderoso para mantenernos sin caída (Judas versículo 24).
Contrario a esto, el que no ama, está todavía en tinieblas: el tal puede decir que anda con Dios, que es un cristiano, que va camino al cielo, pero no es verdad, sino que las tinieblas le han cegado los ojos. No sabe a dónde va; va camino a la condenación.