1 Juan 3:23-24 “Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado. 24 Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en Él. Y en esto sabemos que Él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.”

Termina esta sección el Apóstol refiriendo en que qué consiste el mandamiento de Cristo y en la fórmula de salvación del individuo.

• En primer lugar, está la fe salvadora (p. ej. «cree en el Señor Jesucristo y serás salvo», Hch 16:31; o «el que cree en el Hijo tiene vida eterna, Jn 6:36). Mediante la fe, el ser humano entra en la gracia de Dios, y por ella, en la vida eterna. La salvación es por fe en Cristo, y de ello lo constatan muchos pasajes del Nuevo Testamento.
• Luego viene la manera en que el cristiano puede permanecer en Cristo: la demostración del amor (o de esa fe, como lo dice Santiago), que «nos amemos … como nos lo ha mandado».

Nótese que se trata de un solo mandamiento, puesto que la fe y el amor van unidos, de la mano. «Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor» (Gá 5:6). También la Biblia dice que el justo vivirá por fe (Gá 3:11; Rom 1:17; Heb 10:38), pero la fe continúa viva porque el amor la aviva.

Y así, andando en el amor de Dios, el Espíritu Santo da testimonio al cristiano de salvación, y le asegura que continúa unido a la Vid Verdadera que es Cristo Jesús. Así como el Espíritu reprende al cristiano, y desde el corazón le habla dándole aviso de aquello que no es conforme al amor, el mismo Espíritu también le confirma su obediencia.
Y en esto sabemos que Él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.