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Una tercera característica de los maestros falsos es que son injustos. Para ellos hay un premio, el galardón de su injusticia, adelantando lo que en el siguiente versículo va a ampliar: tienen por delicia el gozar de deleites cada día. Algunos intérpretes piensan que esto se refiere que han perdido toda vergüenza, al grado de hacer durante el día lo que pecadores más temerosos hacen por la noche.
Inmundicias y manchas, un horrible calificativo, que no se esperaría se aplicara a quienes profesan ser cristianos. Se justifica aquí, porque estos daban la impresión de enseñar la verdad, mientras se sentaban a participar de reuniones “agape” con los creyentes, aprovechándolas para difundir sus errores o como parece tomando parte en la bendita cena del Señor. La epístola de Judas en el versículo 12, los descubre también: “estos son manchas en vuestros ágapes, que comiendo impúdicamente con vosotros se apacientan a sí mismos”