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El mundo constituye un terrible contaminante, venenosos y putrefacto, que daña física, moral y espiritualmente. El individuo se escapa solo por la obra del Señor y Salvador Jesucristo. Desgraciadamente muchos se escapan, haciéndose religiosos y estableciendo los requerimientos del evangelio en sus propios términos. Sin embargo, especialmente los falsos maestros, nunca se convirtieron realmente al Señor Jesucristo. Se inclinaron a Él y luego lo niegan, enseñando sus interpretaciones a otros, haciéndose apóstatas.
Hebreos 3: 12,13 exhorta: “Mirad, hermanos, que no hay en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros, entretanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado”. Y el apóstol Juan en 1Jn 2:19, menciona el caso de muchos, incluyendo principalmente a los falsos maestros: “Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros”