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El apóstol Pedro vuelve a dirigirse a los malvados herejes que niegan a conciencia lo ocurrido en el “tiempo antiguo”, situación que no se puede ignorar ni eliminar de la historia del mundo, donde tan majestuosamente los cielos, la tierra y todo lo que existe fueron creados “por la palabra de Dios” y “cuentan la gloria de Dios”, como expresa el Salmo 19 (Gn 1:1; Jn1:3; He 11:3).
El Apóstol hace una mención importante respecto a uno de los elementos vitales del planeta, como lo es el agua, donde a partir de este elemento se forma la tierra (Génesis 1:6-8). Por ello, el apóstol Pedro dice “la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste”, el inspirado relato del Génesis menciona que Jehová Dios agrupó las aguas superiores en una bóveda que rodeaba la tierra (la Biblia RVR2015 llama bóveda a lo que la RVR60 llama expansión) y la llamó cielo. Y las aguas de abajo, a las que llamó mares, quedaron sobre la tierra, en forma de ríos, depósitos subterráneos, lagos y extensos océanos.
Las tres cuartas partes de la superficie del planeta está cubierto por agua. Basta observar un globo terráqueo, con su color azul prevaleciente. Sin esa cantidad de agua, la vida sobre la parte seca estaría limitada, el Dios omnisciente así lo dispuso.
Hace algunos años una organización misionera se propuso alcanzar al mundo de una forma que se evangelizara personalmente a millones. Al hacer girar un globo terráqueo veían que todo se pintaba de azul; lo que los llevó a diseñar un gran proyecto comprando varios barcos llenos de predicadores, doctores enfermeros y sobre todo, libreros. Así nacieron el barco “Doulos” (siervo) y el barco “Logos” (palabra) que recorrieron los océanos del mundo atracando en las principales ciudades, en donde realizaban 2 cosas: invitaban a la gente a subir al barco a observar su librería cristiana, en donde mayormente se les obsequiaban biblias y folletos, mientras grupo de obreros bajaban a la ciudad a organizar conciertos y evangelizar por las calles.
(Los Pbros. Guillermo Fuentes y Teófilo J.Aguillón nos retratamos en un camarote del Doulos, en Veracruz, México).
El Apóstol hace mención del diluvio que arrasó a la humanidad en los tiempos de Noé (Gn 7:11) y por el cual las personas de aquel tiempo perecieron por su desobediencia, excepto la familia del pregonero Noé (2 P 2:5), por medio de los cuales se volvió a poblar la Tierra (Gn 9:1).
Cabe mencionar que en el tiempo antiguo fue el agua el elemento que destruyó la creación, pero asimismo la regeneró para gloria de Dios. Dios mostró un arco iris en el cielo (Gn 9:13-16), que aparecería cada vez después de la lluvia, como señal de que nunca más destruiría la tierra con agua. Pero advirtió claramente que en el futuro está reservado un juicio para los impíos por medio del fuego. “guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos” (Is 66:15; Dn 7:9,10; Mi 1:4; Mal 4:1; Mt 3:11,12; 2 Ts 1:7,8).
Los cielos y la tierra existentes serán desechos y reemplazados por aquel cielo y tierra nuevos que vio el apóstol Juan, donde moraremos con Dios como su pueblo ( 1 Ts 1:10; 5:9; Ap 21:1-3).