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Pudiera hacerse un listado mayor, pero es muy suficiente resaltar: El amor del Padre, la salvación por medio del Hijo, la intercesión permanente del Señor Jesús por los creyentes en el cielo, la presencia del Espíritu Santo dentro de cada uno, confirmada con el bautismo hablando en lenguas, la comunión con todos los redimidos y la Palabra inspirada de Dios para ser guiados.
Saber todo esto, le podría ser de inspiración a esta generación perseguida por Nerón, y desde luego a todas las generaciones futuras, que ya nos son perseguidas con tal fiereza por fuerzas dictatoriales o religiosas, pero sí por la propia tibieza y descuido, olvidando “todas las cosas”.
“preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina”, es otra manera de describir el nuevo nacimiento, que acerca al creyente redimido a la misma naturaleza de Dios, pues al aceptar a Cristo en el corazón se recibe la misma vida del Padre. El apóstol Pablo en Gálatas 4:6 precisó: “Por cuanto sois hijos, Dios envió a 3 vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba Padre! … y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo”.
“habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”. El Apóstol les hacía el recordatorio de esa esperanza que había en Cristo Jesús sobre aquella naturaleza divina en la cual seremos transformados en un cuerpo incorruptible, pero les hacía hincapié que desde aquí podían vivir esa vida transformada y disfrutar de esa naturaleza divina, viviendo de manera distinta a la del mundo envuelto en concupiscencias.