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A partir de este versículo y por el resto del capítulo, el apóstol Pedro va a presentar una fuerte crítica contra los falsos maestros que mencionó en los versículos 1 y 2: “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina y muchos seguirás sus disoluciones”. En el AT hubo profetas falsos, y durante los primeros siglos del cristianismo surgieron tantas herejías, que tristemente se siguen enseñando. Mencionamos las más importantes, desvirtuando mayormente al Señor Jesús: antinomianismo, arrianismo, (unitarios y Testigos de J.) sabelianismo (apostólicos), triteísmo, docetismo (mormones), deísmo (intelectualismo), teísmo (filósofos). El Apóstol, por el Espíritu Santo, los desenmascara, señalando lo que les espera.
Pedro describe las características de los falsos maestros para enfatizar la forma en que Dios los va a juzgar: siguiendo la carne, viven en concupiscencia e inmundicia, como los de Sodoma y Gomorra, con deseos inmoderados, deshonrando sus propios cuerpos (Ro 1:24); y desprecian el señorío de Jesús.
Normalmente las personas que viven vidas inmorales son atrevidos y contumaces porque les gusta hablar mentiras de las potestades superiores”. Quizá, aquí el Apóstol se refiere a los ángeles caídos, que tristemente, conservan cierto grado de autoridad que supera la condición humana, es decir, el mismo Satanás y sus ángeles, a quienes no se deben tratar con ligereza. Lo dicho en Efesios 6:11-18 y Judas v. 9 es bien claro.
Los falsos maestros enseñaban doctrinas de hombres, filosofías huecas, que llevaban a hombres amadores de sí mismos al error, negando las normas establecidas por Dios.