Al terminar el capítulo uno, el Apóstol Pedro mencionó uno de los más citados textos para resaltar lo divino de las Sagradas Escrituras: “Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”

Recordando inmediatamente sobre la existencia de falsos profetas en el pasado y advirtiendo sobre el surgimiento de falsos maestros en el futuro.

En la época del Antiguo Testamento era considerado un falso profeta, aquel que cuando pronunciaba una profecía y no se cumplía, se le pasaba por un fuerte escrutinio, que podría concluir con juicio y muerte del falso profeta. Ezequiel Caps. 13 y 14, muestran el desagrado de Jehová el Señor, contra esos usurpadores.

En el Nuevo Testamento, los continuadores de lo erróneo serían los falsos maestros. El Apóstol desde el versículo 1 de este capítulo inicia una larga lista de señalamientos contra estos impíos, que numeraremos:

1. Introducirán encubiertamente herejías destructoras.
   Significa “traer al lado de, infiltrar o introducir a escondidas” que comenzaban a distorsionar las verdades enseñadas por los apóstoles, interpretando verdades centrales de otra manera, incluyendo la misma personalidad de Jesús, su posición salvadora, la posibilidad de su retorno, etc. etc. Son destructoras porque separan al cristiano, de Cristo.
2. Negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina.
   Doctrinas humanistas, harán que nieguen la persona y obra de Cristo, haciéndole ver como un semidios. La Epístola de Judas versículo 4, ratifica: “Porque algunos hombres han entrado encubiertamente… hombres impíos que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo”. (los teólogos los llaman antinomianos).