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Pablo pone el ejemplo de un poeta griego llamado Epiménides que vivió hacia el año 600 a.C. era uno de los siete sabios de Grecia. La primera frase, “Los cretenses son mentirosos crónicos”, la había hecho famosa un poeta posterior e igualmente famoso llamado Calímaco. Pablo afirma que es un hecho histórico, por tanto, el liderazgo de Tito para corregir estos males debía ser firme porque estos mercaderes de la fe llevaban como intención el enriquecimiento. El ministerio no lo ejercían por vocación, sino por intereses, sin ningún reparo torcían las escrituras, haciendo una mezcla de verdad con mentira y de esa manera la trasmitían a los hombres, enseñaban como doctrinas, mandamientos de hombres (Mt 15:9). Estos hombres no se conformaban con lo que dice la Biblia, sino que añadían sus propias ideas y opiniones, desviando de la fe (1 Ti 4:1).
En el caso de la Epístola a Tito, en el capítulo 1, citando la Nueva Versión Internacional, dice que los falsos maestros son "hombres rebeldes, charlatanes y engañadores". Rebeldes, porque no se sujetan a Dios y su palabra. Charlatanes, porque presentan sus enseñanzas, no con verdades claras y sustanciosas, sino que hacen uso de fábulas, de cuentos, de relatos ficticios y espectaculares. Engañadores, porque, viviendo en pecado y rebeldía, se presentan como siervos de Cristo y fieles a su palabra.