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El apóstol menciona tres figuras de la vida diaria, que han sido de inspiración a los predicadores y a los creyentes: un soldado, un atleta, un labrador. Cientos de mensajes han surgido de la pluma de ilustres predicadores, que aun se consignan en libros de sermones o de reflexión. Desde luego, que también de predicadores que se inician, como en los dilectos púlpitos pastorales.
Cada personaje representa características que son necesarias para lograr permanencia cristiana. El primer ejemplo se refiere al enfoque, es decir, a la concentración que debe tener un soldado leal a su uniforme, no inmiscuido en algún negocio que lo distraiga. La segunda figura ilustra la disciplina y esfuerzo de un atleta. Los buenos hábitos del deportista le ayudan a adquirir fortaleza y a desarrollar destrezas antes de la competencia. El último ejemplo describe la paciencia en la espera de los frutos cuando se trabaja la tierra. Y desde luego que, muchas otras enseñanzas se pueden derivar de estos tres ejemplos.
Sufre penalidades, la idea del término en el idioma original es la de soportar algo. Estar en el ministerio representa una tarea desafiante; las penalidades o sufrimientos son parte del bagaje. El discípulo debía preparase para ello. Lejos de ser una calamidad, las penalidades debían ser oportunidades para que Timoteo creciera en fe. Así como el Apóstol había salido avante del sufrimiento, de la misma forma el discípulo debía desarrollar músculos espirituales. Las penalidades le ayudarían al discípulo en la formación de su carácter, propiciando producir cada una de las partes del fruto del Espíritu. Le ayudarían también a apreciar el ministerio que Dios le había otorgado.
De acuerdo con lo que menciona Pablo en estos versículos, la resistencia es una cualidad fundamental en el ministerio. Mantenerse firme a pesar de cualquier oposición que surja tarde o temprano, resultará favorable. El honor de haber cumplido con el trabajo encomendado es más prestigioso que una insignia. El proceso del entrenamiento para obtener victorias es todavía más importante que los trofeos mismos. Los frutos de la cosecha se aprecian cuando se ha participado en la ardua labor de la siembra. La determinación es una cualidad indispensable si se quiere perseverar en la vida cristiana: “Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.” (2 Ti 4:8).