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Pablo alude una experiencia judicial, “en mi primera defensa”. Tal vez no se refiere a su primer encarcelamiento, sino que se refiere a una audiencia previa que precede al juicio, pues aún estaba en la cárcel. En dichos juicios, era necesario que los abogados defensores intervinieran a favor del acusado, pero en la audiencia de Pablo ninguno estuvo presente para defenderlo, sino que todos los defensores lo desampararon y quedo sin protección jurídica.
Pablo expresa que lo habían abandonado, no se trata de sus compañeros de ministerio como Lucas, Tito, Tíquico y los hermanos de Roma. Tal vez ellos no estaban en la ciudad en la fecha de la audiencia, o no cumplían con los requisitos para poder litigar en su defensa, ya que los defensores debían estar bien identificados y ser conocedores de las leyes romanas. Los compañeros no eran abogados jurídicos, así que no pudieron ser ellos los que lo abandonaron.
En el primer juicio Pablo celebra que fue “librado de la boca del león”, el autor usa una metáfora en esta ocasión, pero no se refiere a los leones del coliseo romano, ya que los ciudadanos romanos no eran sometidos a ese castigo. Es posible que “el león” sea una forma enigmática de referirse al emperador, o de un proverbio popular que se aplicaba cuando alguien salía victorioso de un peligro severo. Pablo incluye una paradoja que atesora una gran verdad divina, “y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial”, esto es una afirmación que denota una confianza total en Jesús, aun enfrentando la misma muerte.