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La hospitalidad de la iglesia siempre fue una noble característica muy practicada por los primeros cristianos. Sin embargo, el Apóstol recomendó a los hermanos que fueran muy cuidadosos sobre quienes recibían y hospedaban.
Un contraste se establece aquí entre la segunda y la tercera de Juan (2 Juan y 3 Juan). En esta carta está insistiendo en que no reciban a los visitantes, mientras que en la tercera los anima a recibirlos. Cuando se leen las dos epístolas se entiende por qué: 2 Juan: 7-11 comparada con 3 Juan: 5-8.
La expresión “no lo recibáis en casa” sugiere que los falsos maestros y quienes tenían una doctrina diferente acostumbraban a viajar y practicar las mismas costumbres que los primeros cristianos. Por tal razón debían ser precavidos y no dejarse llevar por las apariencias. Los falsos maestros tenían la intensión de propagar sus enseñanzas falsas muy sutilmente, escogiendo creyentes nobles que tenían la posibilidad de recibirles en sus casas y que por seguro tenían influencia en la iglesia.
Así que no debían cooperar con esos falsos maestros. Recibirlos en casa no solo los hacia propensos a ser engañados, sino que también los hacia participantes en la propagación de aquellas herejías.
En el presente tiempo, tal vez no se reciba en casa a los visitantes literalmente, pero sí por los medios electrónicos. Trátese de la televisión, la radio o todo lo que llega por el teléfono y la computadora. Los pastores harán bien en advertir a los creyentes de no dejarse seducir y ser influenciados. Porque el que les dice: ¡Bienvenidos! participa en sus malas obras .