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La gracia mencionada aquí es la misma por la cual aquellos prosélitos abrazaron el nuevo pacto siendo salvos de esa manera. La paz era necesaria para la iglesia de aquel lugar, por cuanto una persecución se había desatado por parte de los judíos de la sinagoga que, llenos de celos, atacaban a aquellos nuevos cristianos. (Hch 17:5) Ante dicha persecución era urgente sentir una paz que sobrepasase a todo temor.
