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Era necesario pintar un cuadro tan oscuro y sacar del error a los hermanos en Tesalónica, que Pablo les debió explicar una vez más acerca de la Venida del Señor Jesucristo y del hombre de pecado. Ahora les conforta con una mirada hacia el porvenir de los hijos de Dios.
Pablo es un hombre agradecido (1 Ts 5:16-18; Fil 4:6; 1 Co 15:57). Al iniciar esta carta da gracias a Dios por los hermanos en Tesalónica (1:3) y ahora, una vez más “da gracias a Dios respecto” a ellos.
Les llama “amados del Señor”, hermoso título que les recuerda sobre que fundamento descansa su salvación: “nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero” (1 Jn 4:19). Dos cosas se dicen en cuanto a la posición del creyente: “Dios les ha escogido … y os llamó”. Mientras que el acto de escoger es en la eternidad, el de llamar está relacionado con el tiempo, ya que se lleva a cabo por medio de la predicación del evangelio (Ro 10:14-17).
Al llamar a los tesalonicenses Dios ha mostrado el propósito que tenía desde el principio: llamar a los gentiles a los mismos privilegios que los judíos, no mediante la circuncisión ni el observar la ley de Moisés, sino por la fe en Cristo Jesús (Hch 4:12; 2 Ti 1:9; Heb 9:28).
• El propósito de la elección y llamamiento fue para la salvación de sus almas, y la santificación de sus vidas por medio del Espíritu Santo.
• En esta obra, la responsabilidad divina y humana se unen.
• De parte de Dios, involucra la obra del Espíritu Santo en santificar o poner aparte al creyente. Es decir, una santificación posicional, la cual todo creyente tiene en el momento de creer (1 Co. 6:11).
• La responsabilidad humana es creer a la verdad: “y la fe en la verdad” (He 11:6; Jn 11:25,26; 6:35). Hebreos dice: “… es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay…” (He 11:6).
La salvación es una realidad presente, pero la meta final de ser escogidos y llamados es “alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo”. La vida del cristiano no termina en esta tierra, su meta está en la eternidad. Pablo en 1 Tesalonicenses 1:10 dice: “y esperar de los cielos a su Hijo, el cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera” y en Tito 2:11-13 menciona “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, … vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo”. El creyente debe vivir en esta tierra como es digno del llamamiento (Ef 4:1-3), y expectante, esperando la venida del Señor Jesucristo para estar siempre con Él (1 Ts 4:17; Ap 21:3,4; 1 Ti 6:12; Ro 8:18).