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El apóstol Pablo no tiene ninguna necesidad de aclarar su apostolado delante de los filipenses; claramente estaba consciente de que la iglesia reconocía su autoridad apostólica y que su ministerio no estaba en duda, ante esta seguridad solamente se presenta con un calificativo de “siervo de Jesucristo”. Según el diccionario Strong, la palabra siervo viene del griego δοῦλος – doúlos – esclavo, literalmente o figurativamente, involuntario o voluntario; en un sentido calificado de sujeción o subordinación. Sinónimos: esclavitud, esclavo, servir, siervo. Al llamarse siervo de Jesucristo, Pablo usa la palabra “huperetes” que era una categoría de esclavitud, la más baja o humillada de todas. Cuando se usaban los barcos para la guerra, colocaban a los “huperetes” remando encadenados, en la parte baja del barco, si éste se hundía, ellos morían. Tal es el simbolismo que Pablo usaba.
En la misma línea del saludo, el Apóstol cita al joven Timoteo (Hch 16:1-5,12), quien era conocido y aprobado por las iglesias como un fiel colaborador de Pablo y a él lo cataloga igual. Más adelante en la misma carta, el apóstol Pablo cita a Timoteo como un hermano que muestra especial interés por ir a visitarlos (Fil 2:19-23) y resalta sus méritos delante de ellos.
Asimismo, el apóstol Pablo hace mención que los destinatarios son santos en Cristo Jesús, Diccionario Strong: santos viene del griego ἅγιος, ágios, sagrado (físicamente puro, moralmente sin culpa o religioso, ceremonialmente consagrado) santísimo, santo, santa. De esta manera, el apóstol Pablo se dirige a aquellos que han sido puestos aparte por Dios y llamados a vivir en santidad por Jesucristo, apartados de las corrientes de este mundo y viviendo para Aquél que los ha llamado a guardarse sin mancha.
El apóstol Pablo menciona de manera muy particular a los obispos (1 Ti 3:1-7) y diáconos (Hch 6:3-6, 1 Ti 3:8-13), Según el diccionario Strong, la palabra obispo viene del griego ἐπίσκοπος – epískopos, superintendente, oficial cristiano a cargo general de una o varias iglesia (literalmente o figurativamente) obispo. Y la palabra diáconos viene del griego διάκονος – diákonos, ayudante, maestro cristiano y pastor (técnicamente diácono o diaconisa), ministro, servidor, siervo, sirviente. Ellos fungían como oficiales en el ministerio de la iglesia. A su vez eran de gran ayuda para los apóstoles, ya que velaban y cuidaban el rebaño del Señor. Su labor es reconocida por el Apóstol y los nombra para que la iglesia considere su importante trabajo. Obispos, o como se mencionan en otras cartas del NT, ancianos; eran responsables del cuidado de la iglesia y juntamente con ellos, los diáconos.
El obispo es un supervisor. En su epístola a Tito 1:5,7, Pablo intercambia los términos de obispo y anciano. En Hechos 20:28 (los llama obispos) se describe su llamamiento y en varias partes se mencionan sus deberes: gobernar como ancianos (1 Ti 5:17), pastorear el rebaño (Hch 20:28 y 1 P 5:2,en donde Pedro los llama ancianos), ser vigilante de la correcta enseñanza (Tito 1:5,7, los llama ancianos y obispos), y la supervisión general de la Obra, incluyendo las finanzas (Hechos 11:30, llama ancianos a los líderes de Jerusalén). Actualmente cada Denominación usa distintos nombres para esos cargos. Asambleas de Dios, desde su fundación, ha llamado a los líderes de las iglesias: pastores y diáconos, los cuales forman las juntas directivas. La iglesia Presbiteriana, usa pastores y ancianos gobernantes; la iglesia Metodista llama obispos a los directivos nacionales o regionales. Etc.
Gracia y Paz, un saludo que Pablo popularizó (Ro 1:7;1 Co 1:3) y que en muchas partes se usa hoy en día. “Gracia” del griego χάρις, járis: gratitud. Y Paz del hebreo שָׁלוֹם, Shalom. Gracia como tal, es un favor inmerecido que nos reconcilia con Dios a través de Jesucristo, supliendo nuestras necesidades y llamándonos a su servicio. De igual forma la paz, que siendo más que una promesa de ausencia de situaciones difíciles, nos lleva entender que tenemos la bendición de parte de Dios cuando experimentamos un bienestar interior permanente, no importando las circunstancias.
“Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.” Tanto en esta porción de las Escrituras como en otras de los Evangelios y de las Epístolas, se encuentra el vínculo entre Dios Padre y Dios Hijo. Observar a Dios como un ser que existe en tres personas distintas y que comparten una naturaleza divina: Padre, Hijo y Espíritu Santo (Mt 3:16-17; 28:19; 2 Co 13:14; Ef 4:4-6; 1 P 1:2; Judas 20,21) nos llena de gran gozo y constituye un ejemplo permanente de cómo los ministros y creyentes honramos el deseo de Jesús, manifestado en Juan 17:21: “para que todos sean uno, como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti” .