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Las necesidades de la vida no serán la preocupación primordial en el creyente; la confianza de que Dios proveerá lo que haga falta para sus hijos es parte de las convicciones diarias: “no os afanéis por vuestra vida” (Lc 12:22-31)
Los cristianos también pueden pasar por tiempos de necesidad, por lo que la exhortación de Pablo a los filipenses es aplicable al creyente de todos los tiempos, para que presenta a Dios en oración todas las necesidades personales (1P 5:7).
Las peticiones tienen que ser presentadas, “exhibidas, mostradas” ante Dios Padre. Habrá momentos en los que se puedan hacer partícipes a otros creyentes de las necesidades personales, pero antes de hacerlo es más conveniente presentar las peticiones a Aquel que es dueño y Señor de nuestras vidas como de la Obra en la cual se trabaja (Lc 12:25,26).