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“vuestro amor abunde aún más y más en ciencia y en todo conocimiento”, el amor, si es de Cristo, debe basarse en la revelación y en el conocimiento bíblicos. Este último, no sólo es conocimiento en el intelecto, sino comprensión espiritual en el corazón. Es decir, basarse en una profunda experiencia personal con el Señor y no solo un conocimiento intelectual acerca de Dios (Efesios 3:16-19)
El propósito de la vida cristiana, como lo enseñó el Señor Jesucristo y lo aplicó en las iglesias el apóstol Pablo, es llevar una vida fructífera (Juan 15:1-8, Gal. 5:22-23), es decir, no basta un activismo que entretenga, sino una demostración permanente de carácter firme, diciéndole no, a todo el pecado que este mundo ofrece. El apóstol Pablo deja en claro que eso no se podrá conseguir por las propias fuerzas sino a través de Jesucristo.
Si bien es cierto que es difícil caminar de manera irreprensible, por ello, Cristo expresó antes de partir que estaría con nosotros hasta el fin del mundo (Mt 28:20). Eso trae seguridad y confianza. Por lo demás, el apóstol Pablo deja en claro que nuestras oraciones no siempre deben ser a favor de nuestro propio bienestar, sino también por el de los demás, logrando así expresar el amor fraternal por la iglesia de Cristo.