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“separados de vosotros por un poco de tiempo, de vista pero no de corazón. Al comenzar Pablo este capítulo dos, les recordó a los tesalonicenses que los mantenía en oración, exhortándoles a seguir firmes, como es digno de los hijos de Dios, ante la adversidad que estaban pasando por causa del evangelio. Menciona que aunque esté a distancia de ellos por un tiempo razonable, siempre están en sus pensamientos y sentimientos; es ahí donde surge el ánimo de poder ir a visitarlos.
Este énfasis del Apóstol es de suma importancia porque demuestra el interés por una iglesia que apenas había nacido y que por el momento estaba pasado por diferentes luchas y pruebas.
“Satanás nos estorbó” hace referencia a la permanente obstrucción del maligno utilizando diversos medios para que no se realice el plan de Dios. Pueden ser enfermedades, pueden ser individuos malvados que persiguen a los creyentes, también dudas que se han sembrado y afectan a los seguidores de Jesús; de igual forma enseñanza de doctrinas erróneas que tuercen las conciencias de los débiles.
En este caso, el estorbo fue que, el Apóstol no pudiera volver a visitar a los recién convertidos tesalonicenses. Pablo en otros pasajes de sus cartas, revela las mismas maquinaciones del enemigo: “Hermanos no quiero que ignoréis que muchas veces me propuse a ir a ustedes (pero hasta ahora he sido estorbado)…” Ro 1:13 y “Por esta causa me he visto impedido muchas veces de ir a ustedes”. Romanos 15:22. Claramente se observa como el adversario se opone a la predicación del Evangelio salvador.
“Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida? Las dos preguntas de Pablo en el versículo 19, la Traducción en Lenguaje Actual, las plantea así: “Teníamos deseos de verlos, pues cuando nuestro Señor Jesús regrese y nos pida cuentas, nos sentiremos orgullosos, felices y seguros de nuestro trabajo por ustedes”. El placer del Apóstol era dar buenas cuentas ante su Señor, por lo que su consejo era de que permanecieran en el camino de Dios. En Filipenses 4:1 lo dice de esta manera: “Así que, hermanos míos amados y deseados, gozo y corona mía, estad así firmes en el Señor, amados”. Obsérvese el pensamiento positivo de Pablo, como en todos los pastores debe anidar, que en medio de todo, los creyentes perseverarán hasta el final, a pesar de saber que: “no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12).
¿Qué clase de corona me eres? Preguntaba el recordado Hno. Floyd Woodworth a los estudiantes de ISUM, que no se comportaban como él esperaba. (el Rev. Carlos Jiménez que fue Vicesuperintendente General en Colombia, comentaba que, a él, le lanzó la retórica pregunta). De la misma manera puede decirles un pastor a sus creyentes, o un líder a los de su grupo, cuando no dan los frutos que se esperan. O en palabras de Pablo, ¿Qué clase de corona de que me gloríe?