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Para hablar del amor fraternal, el apóstol utiliza la palabra “filadelfia” (sustantivo griego, modo genitivo, femenino) . El amor es una de las premisas del evangelio. El amor fraternal es procurar a los tuyos, es saber trabajar en equipo, no tener celos ni envidias. La iglesia en Tesalónica practicaba este amor fraternal, prueba de ello es que amaban también a los hermanos de toda Macedonia. El apóstol les insta a que lo sigan haciendo, que no se detengan y que continúen con esa actitud, “que abunden más y más”.
El tema del “amor fraternal” corre por toda la Escritura. En Levítico 19:18 Dios da instrucción a su pueblo de que “que no deben vengarse”. En el mismo capítulo, versículo 34 menciona que deben amar al extranjero. El Salmista dice: “mirad cuan bueno y delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía” (133:1). Proverbios indica que el “amor cubre todas las transgresiones” (10:12).
El Señor Jesucristo instruyó a sus discípulos acerca de este tema. En Mateo dice que “cualquiera que te obligue a ir una milla, ve con él dos” (5:41,42). En Marcos menciona los dos mandamientos: “Amarás a Dios con todo tu corazón… y a tu prójimo como a ti mismo” (12:30,31) y en Juan asegura que “en esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos por los otros” (13:35). El amor es un atributo divino que ha sido compartido con el ser humano y debemos amar a nuestros semejantes como Dios nos ha amado a nosotros.
El sustantivo que utiliza Pablo para decir “y que procuréis tener tranquilidad” significa: callarse, guardar silencio, apaciguar, vivir en paz7. El Señor Jesús cuando fue enjuiciado, demostró lo que es tener tranquilidad. Como resultado del gran amor con que nos amó, no abrió su boca, enmudeció, tuvo tranquilidad (1 P 2: 22,23).
Pablo recomienda a la iglesia de Tesalónica que se “mantengan ocupados en sus negocios y trabajen con sus manos”. Tomando el ejemplo del apóstol, de trabajar para no ser gravoso (1 Ts 2:9; 2 Ts 3:8), los hermanos de esta congregación debían ser diligentes en sus propios negocios. Trabajar arduamente puede ser una actitud guiada por fines egoístas, tratando de obtener muchos recursos, pensando en hacerse rico. Pero en el ámbito cristiano, trabajar es una bendición de Dios y el deseo de tener bienes, debe incluir un deseo de servir y ayudar a los hermanos en la fe. Así lo hacía la iglesia primitiva (Hechos 4:32-36). Trabajar diligentemente y ser honrado trae muchos beneficios. Entre otros, dar testimonio de las bendiciones de Dios, y tener lo suficiente para poder dar a otros en necesidad. Cuando los no creyentes observan al cristiano recibiendo bendiciones de Dios y como las utiliza correctamente, muchas veces, son contagiados para desear hacer los mismo.