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Pablo advierte que no imitemos a los que no tienen esperanza. Utiliza el verbo “velemos” (griego: grigoreiro) que significa: estar alerta (Mt. 24:42; 25:13; 26:41; Mr 13:35; 13:37; 14:38; Hch 20:31; 1 Co 16:13; Col 4:2; 1 Ts 5:6; 5:10; 1 P 5:8; Ap 3:2,3; 16:15.1 ) El creyente en Cristo debe permanecer vigilante sobre los tiempos. Jesús exhortó a los fariseos diciendo: “Hipócritas, que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡más las señales de los tiempos no podéis! (Mt 16:3). El deber del cristiano es escudriñar las Escrituras, velar en oración, observar los tiempos y permanecer en Cristo.
“ser sobrios”. El verbo que se utiliza quiere decir: “practicar dominio propio” (griego: nifo) (1 Ts 5:6, 8; 2 Ti 4:5; 1 P 1:13; 4:7; 5:8.2 ). La vida en Cristo requiere de un gran sentido de responsabilidad. Tenemos al Espíritu Santo quien nos da ayuda a tener dominio propio, templanza (Ga 5:23). Hay un contraste marcado entre la luz y las tinieblas. Las obras de las tinieblas se realizan en lo oscuro: “dormir y embriagar”. Como dormir es natural en la noche, así la indiferencia hacía Dios es propia del hombre no redimido. Como la embriaguez es normal en la noche, así la inestabilidad es propia del hombre no convertido a Cristo. Pero los “hijos de Dios” somos de la luz, por lo tanto, velamos y estamos sobrios. Nota Devocional: El creyente vivirá expectante ante las advertencias de las Escrituras, y tomará en serio la necesidad de permanecer en Cristo, llevando una vida devocional disciplinada, “porque separados de mí, nada podéis hacer” (Jn 15:5). El apóstol Santiago dice: “sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido” (1:14). Del interior del hombre
Lo que suceda en los últimos días, tanto para la iglesia como para el mundo, no debe alterar la vida del creyente. Por el contrario, el “hijo de Dios” debe fomentar una dependencia total del Espíritu Santo, y permanecer firme ante cualquier asechanza del enemigo (1 Jn 2:15-17; Jn 15:19,20; 1 P 5:8). Quien conoce a Dios comprende que es insuficiente para enfrentar los desafíos de la vida, indiscutiblemente necesita su ayuda (Gn 39:1,2; Dn 6; Gn 5:24). Por ello, debe permanecer en donde Dios le ha colocado “en la luz”. El creyente fue sacado de las “tinieblas” para que ahora sea luz y de testimonio de la luz (Mt 5:14; 1 P 2:9,10).
1Tuggy, A. E. (2003). (p. 199). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
2Tuggy, A. E. (2003) (p. 645). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.