LBC Menú
Capítulos:
Versículos:
Versículos:
Versículos:
Versículos:
Versículos:
Versículos:
Versículos:
Versículos:
Versículos:
Versículos:
Versículos:
Versículos:
Junto al mar de Galilea (el más mencionado en 2000 años por comentaristas, poetas y compositores de himnos), Jesús llama mínimo a los cuatro más famosos apóstoles: Simón, Andrés, Jacobo y Juan. A dicho lugar se le ha llamado de diversas maneras: mar de Genesaret, mar de Tiberias, lago de Galilea, siempre en torno de Jesús de Nazaret, en la zona más verde y más bella de Israel.
La consigna más importante les fue dada: convertirse de pescadores que usaban barcas y redes, en el oficio y tarea más importante para un ser humano: !Ser pescadores de hombres!
“…dejando luego sus redes, le siguieron”. Alabamos al Señor porque entre los ocho apóstoles restantes y luego entre los setenta hubo otros pescadores, dueños de barcas, campesinos y pequeños comerciantes y un publicano por lo menos, que reaccionaron al llamado de Jesús con la misma pasión y acorde a la singularidad del llamado.
Cuánto respeta el Señor Dios el albedrío del hombre. El apóstol Pablo, compartiendo su experiencia de salvación, casi grita: ¡Oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial!” (Hch 26:19).
Todos los apóstoles (exceptuando Jacobo y Judas) murieron muy lejos de su tierra, y quién sabe cuántos de los 70, asimismo como de los 3000 bautizados en el día de Pentecostés, fueron esparcidos por las persecuciones. A través de los siglos, incluyendo nuestra época, muchos, por seguir a Jesús, han pagado un precio en cruentas formas; pero al estilo de Abraham, esperando “ la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios… y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra” (He 11:8-13).