“Había en la sinagoga de ellos”. Posiblemente se trataba de un asistente asiduo y reconocido, que repentinamente dio voces, hablando primero en plural, a nombre de varios: …¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? Luego haciéndolo singular, se dirigió a Jesús, diciendo: Sé quién eres, el Santo de Dios. Queda claro que no era el pobre hombre el que hablaba, sino una cohorte de demonios, con un vocero, llamándole “el Santo de Dios”. (“El Santo de Dios”, es un hermoso calificativo para el Señor que sólo se menciona aquí).

Jesús no se inmuta y como tantas veces lo hizo, le ordenó: !Cállate, y sal de él! El resultado de la reprensión del Maestro no se hizo esperar: Y el espíritu inmundo, sacudiéndole con violencia, y clamando a gran voz, salió de él”. “Clamando a gran voz”, Reina-Valera 60 conserva el estilo respetuoso del Siglo de Oro de la lengua española. A diferencia de otras versiones modernas que son más descarnadas.

Tantas veces también los seguidores del Señor han enfrentado al maligno y sus agentes, y han actuado de la misma manera. En ocasiones los demonios salen de inmediato, en otras ocasiones se llevan tiempo. Jesús lo señaló en otro caso que el mismo Marcos registra: “Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno” (Mr 9:29).

Nota importante. Se escribirá un artículo por separado, comentando con amplitud todas estas manifestaciones malignas y cómo reprenderlas.