Capernaum, la ciudad actual situada en la parte noroeste del Mar de Galilea, ha colocado un atractivo letrero en su calle de entrada que dice: “The Town of Jesus” (el pueblo de Jesús). Y lo primero que hacen los guías turísticos es llevar a los visitantes a las ruinas de una sinagoga que data de muchos siglos, muy semejante a aquellas en donde Jesús entró muchas veces como un piadoso judío. El lugar no tiene techo, sólo algunas columnas clásicas que pudieron haberlo sostenido, en medio de algunos restos del piso original de mármol y una pequeña plataforma con una silla en donde el maestro que disertaba se sentaba (Lc 4:20).

Jesús dejó Nazaret, el pueblo donde creció, y se estableció en Capernaum, haciéndolo su centro de operaciones. Lo primero que destaca Marcos es que los días de reposo… enseñaba. Por algo habría de ser llamado “el Maestro de Galilea” a través de los siglos.

Un alto porcentaje de personas poco religiosas o aun ateas, por seguro no aceptan el mensaje de salvación que se les predica, pero muchas veces aceptan al “Jesús histórico” y dirán sin dudar, con un aire filosófico: Jesús fue un gran maestro. Ellos se olvidan de algo más importante que Marcos citó y podemos reproducir a continuación: