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Jesús fue un maestro por excelencia. En los principios de su ministerio los sacerdotes acostumbraban ofrecer sus instrucciones sobre la ley en las sinagogas y en el templo. Sin embargo, Jesús inició su ministerio de enseñanza muy cerca de Capernaum (“ciudad de consuelo”) en alguna colina al norte de Galilea. (Mt 4:12-17).
Jesús aprovechó cada momento y circunstancia para enseñar sobre el reino. La ciudad de Capernaum tenía la fama de ser un centro de comercio muy importante y dio a Jesús la oportunidad de ministrar a un gran número de personas; entre ellos a sus discípulos. La popularidad de Jesús se extendió a lo largo de toda Galilea (Mt 4:23-24) y también por toda Siria, provocando que una gran multitud de personas lo siguieran. Por lo tanto, cuando él vio a la multitud subió al monte y predicó su primer sermón y el más importante de todos. El Sermón del Monte.
El rey Salomón dijo que: “todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora” (Ecl 3:1). Hay tiempo para todo. Pero, para lo único que no hay tiempo es para perderlo. Sobre todo si se trata de predicar el evangelio y ministrar a los necesitados. San Pablo dijo que debíamos redimir (rescatar o aprovechar) bien el tiempo (Col 4:5; Efe 5:16). Por lo cual siempre debemos estar preparados ante las oportunidades, y aprovechar con inteligencia las circunstancias para compartir el mensaje de salvación a todas las personas.
1 Vila Escuain, Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado, Pág. 143.