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¿Será que Dios está en contra de repetir oraciones? Desde luego que la respuesta es no, ya que Jesús, por ejemplo, reconoce a la viuda que pedía en la misma forma al juez injusto (Lc. 18:1–8); lo que no le agrada son las vanas repeticiones. En este pasaje “vanas”en griego es: matēn que quiere decir sin sentido, sin ningún fin o utilidad. Cuando el creyente está en oración no debe perder de vista al receptor que es Dios, el cual conoce todas las cosas y a quien no se le puede impresionar con una gran retórica. La palabra dice que su oído está atento a la voz de súplica de sus hijos (2 Cr. 7:15), y aun cuando en su omnisciencia él conoce de qué tenemos necesidad, es un acto de confianza poder exponer en su presencia nuestras cargas y preocupaciones.
Una sociedad va formando a sus componentes con patrones de conducta que son socialmente aceptables por considerarse que ayudan a la sana convivencia, pero en este sentido Jehová ya había dejado bien establecida la forma de enseñar las prácticas correctas de la vida espiritual a su pueblo, los padres eran los encargados de esta ardua tarea (Dt. 4:9); sin embargo, el mismo Señor Jesús mencionó que la hipocresía de los fariseos era como la levadura (Lc. 12:1) que se va infiltrando sin llamar la atención hasta que contamina todo. De igual manera, ver repetidamente las escenas huecas de notables religiosos podría confundir, pensando que tales prácticas eran buenas, por esto el llamado de atención a no ser semejantes a ellos.
En el tiempo presente la sociedad se encuentra desorientada, donde a lo bueno llaman malo y a lo malo bueno (Is. 5:20), el Maestro sigue haciendo el mismo llamado a su iglesia para no volverse semejante a los que tienen motivos egocéntricos al llevar sus prácticas espirituales. Los hijos de Dios siempre han tenido que remar contra la corriente levantando muy en alto a su Capitán, quien tiene el poder para sostenerlos en medio de una generación perversa (Jer. 15:19; Fil. 2:15)
